El único piloto valenciano en la próxima edición del Rally Dakar va a por todas. Joan Barreda afronta su tercera participación con el equipo HRC (Honda Racing Corporation) con un auténtico ´juguete´envidia de muchos. La marca japonesa ha hilado todavía más fino en su cuarto año en el Dakar, con una CRF450 Rally más simplificada en electrónica pero adaptada al pilotaje, experiencia, consejos y gusto del castellonense sobre todo.

Barreda, antes de viajar a Argentina, abrió a Superdeporte su garaje en Torreblanca para mostrar la perla de dos ruedas fabricada por Honda para ganar el Dakar. Toda una obra de ingeniería y tecnología nipona con importantes novedades respecto a los prototipos de 2014 y 2015. Estos años el valenciano se convirtió en el piloto con más victorias parciales, cinco y cuatro respectivamente, si bien el campeón acabó siendo el español Marc Coma, recién retirado y actual director deportivo del Dakar.

El segundo puesto final de su compañero de equipo, el portugués Paulo Gonçalves, y las 13 victorias en conjunto en los dos años, demuestran el potencial de una moto con la que Joan Barreda y Honda aspiran a destronar por fin a las KTM, invencibles desde 2001. Una avería el primer año y la trampa del Salar de Uyuni que arruinó la mecánica en el segundo se lo impidieron, pero Barreda y Honda confían en tener más suerte en 2016 en el raid más duro del mundo, catorce días al límite con 9.500 kilómetros y largas jornadas en Bolivia por encima de 4.000 metros de altitud.

«El apartado de electrónica está más simplificado», explica Barreda ante la réplica exacta de la moto que está esperándole desde hace más de un mes en Rosario (Argentina). «Está debajo del asiento, se puede levantar y cambiar centralita, cableado, baterías, no como antes que había que quitar el subchasis y dejar la moto prácticamente con el motor para poder trabajar».

Las diferencias saltan a la vista al compararla con la de 2014, cuando su debut con HRC, y que descansa cual testigo mudo en su garaje. «Hemos incorporado una torre nueva en fibra de carbono, en vez de aluminio. Es interesante para que la parte delantera sea más ligera, y se consigue muy bien», comenta. «Además, la información del GPS la tenemos más elevada, mucho mejor para no perder el campo de visión de los caminos. Junto a él va el road-book, el trip-master y el indicador de cambio de rumbo, todo sincronizado». No ha cambiado el manillar, que se rompió al caerse en el barro, pero sí el depósito de agua de supervivencia de 3 litros obligatorio. «Antes estaba dentro del basculante, ahora en entre el motor y el protector. El peso cae más al centro de la moto. Así cuando tenemos baches o derrapadas se comporta mejor», cuenta Barreda entre otros detalles menores pero no menos importantes.

«Los depósitos de gasolina son de plástico en vez de aluminio, con indicadores de capacidad a la vista, y cambian la forma, acumulando más litros abajo, siempre buscando una moto más estrecha y con el peso en su parte inferior. Otra modificación importante», añade Joan Barreda, «es la caja de herramientas, fundamental para las etapas maratón, y que pasa de debajo del asiento a estar más accesible, en un lateral. Abrimos una tapa y podemos acceder a herramientas imprescindibles y básicas para llevar durante toda la carrera».