La madrugada del 5 de julio de 2016 Eugenio Delgado, un ganadero de 24 años, mató a su vecina Manuela Chavero, una mujer veinte años mayor que él con la que "se había obsesionado". Lo hizo porque quería agredirla sexualmente. Así lo afirma, por primera vez, un informe de la Guardia Civil, al que ha accedido CASO ABIERTO: "De las investigaciones se infiere que la muerte de Manuela se produjo en un escenario violento de etiología criminal homicida de Eugenio contra la víctima al intentar reducir sus posibilidades de defensa con la intencionalidad de atentar contra su libertad sexual".

Esas conclusiones se basan en el informe realizado por los expertos de la Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo (SACD), a petición del juzgado de instrucción 1 de Zafra, entregado el pasado 5 de julio. A juicio de los expertos "cazadores de mentes" de la Guardia Civil, que han analizado el comportamiento de los asesinos del niño Gabriel Cruz y Diana Quer, entre otros, Delgado "presenta un trastorno por sadismo sexual que le hace tener una excitación sexual intensa derivada del sufrimiento" de otra persona.

Además, tiene "fantasías y deseos sexuales irrefrenables que ha debido cumplir con una persona que no ha dado su consentimiento o esas fantasías sexuales deben causarle malestar clínicamente significativo, deterioro social, laboral y en otras áreas". Las conclusiones del nuevo informe policial son importantes para el caso porque, de momento, Delgado está siendo investigado por homicidio, pero no por agresión sexual, que él siempre ha negado.

Prácticas sexuales extremas

El hombre que, según las pesquisas, desnudó y -según creen los investigadores -asfixió a su vecina hasta la muerte y escondió luego su cuerpo, enterrado en una zorrera, mientras veía cómo la familia de la mujer, madre de dos niños, la buscaba durante cuatro años, "tiene preferencia por prácticas sexuales extremas, relacionadas con la violencia, la humillación y la cosificación de la mujer; el sufrimiento físico o psicológico de su pareja sexual le producen excitación y placer".

Los especialistas de la SACD, con experiencia en adentrarse en la mente de asesinos y violadores y dibujar su perfil psicológico y criminológico, han analizado todas las pruebas del caso de Manuela y se han desplazado a Monesterio (Badajoz) para entrevistar al entorno de Eugenio (lo intentaron con él en la cárcel de Badajoz, donde está a la espera del juicio por el caso, pero el acusado del crimen se negó a colaborar): cuatro amigos, un compañero de trabajo, tres vecinos y tres mujeres con las que el hombre tuvo o intentó tener una relación sentimental o sexual. Además, han hablado con varias prostitutas y una madame a las que el presunto asesino de Manuela pidió servicios sexuales sadomasoquistas en los que pudiera "humillar y someter" a mujeres.

Mujeres maduras

Del análisis de las conversaciones del móvil de Delgado, los expertos de la SACD han extraído datos reveladores: Es un consumidor activo de prostitución, y antes de pagar por sexo, Eugenio "deja claro" a la mujer, siempre de entre 40 y 50 años, que durante el servicio "no dudará" en "insultarla, agarrarla del pelo, escupirle, eyacularle en la cara, producirle arcadas, orinar encima de ella e introducirle objetos por zonas de su cuerpo hasta hacerla sangrar o que se retuerza de dolor".

Cuando percibe que la mujer está "receptiva" o se encuentra en una situación desesperada, de "gran vulnerabilidad económica", da un paso más y se atreve a pedirle que "venda su dignidad" y advierte de que la "tratará sin compasión".

Los perfiladores de la Guardia Civil entrevistaron a prostitutas contratadas por el asesino. Elegía mujeres de la edad de Manuela a las que ofrecía dinero por "insultarlas, escupirles... hacer que se retuerzan de dolor"

En la mente de Delgado, y así se lo hace saber él mismo a un hombre que vende servicios sexuales con su esposa, de 45 años, en la web pasión.com, la mujer "tiene que quejarse, encogerse, dolerle y pasarlo un poco mal" durante la relación sexual, porque "ese es el morbo que tiene".

Las exigencias de Eugenio son de una "dureza tan alta" que el marido termina respondiéndole que su mujer "es una persona y no una mercancía" y que "la dignidad, por muy pobres que sean, tiene unos límites". La documentación del caso recoge otro episodio en que una prostituta, agobiada por las peticiones de Eugenio, se niega a tener sexo con él porque, le dice: "No realizo esas brutalidades".

Agresión a una pareja

Una chica que tuvo relaciones sexuales con Delgado un día de verano del 2017, un año después de la desaparición de Manuela Chavero, ha relatado a los agentes su encuentro en casa de Eugenio, que ella vivió "como una agresión": "Me cogió de la coleta y me dio un fuerte tirón de pelo y del cuello, me hizo mucho daño".

Entonces, la mujer le "paró los pies" y no volvió a quedar con Delgado. Cinco años después, no olvida algo de aquel episodio: antes de hacerle daño, Eugenio "no conseguía excitarse". Sin embargo, "en el momento del tirón de pelo y cuando me tenía en esa postura, se sintió envalentonado y poderoso, como diciendo: ahora el que manda soy yo, y su erección mejoró".

Los agentes han buceado en las relaciones sentimentales del acusado de la muerte de Manuela y han encontrado un "patrón de comportamiento" alarmante hacia las mujeres: Delgado tiene "distorsiones cognitivas en relación a la libertad sexual de las mujeres (por ejemplo, piensa que una mujer que ejerce la prostitución carece de libertad sexual y que él la puede ‘usar’ a su antojo)".

Eugenio Delgado, durante la reconstrucción del crimen.

Los perfiladores de la SACD creen que el contexto en el que el hombre se crio pudo influir negativamente en su percepción del sexo opuesto y en su trato con las chicas: hijo de padres separados, tras la ruptura se quedó con su padre, quien, según la información recabada por los investigadores, hablaba mal de la madre de Eugenio y de todas las mujeres, "realizando comentarios machistas y misóginos".

Cuando una mujer le rechazaba, Delgado tenía "reacciones incontroladas": lloraba, las insultaba, corría como un loco con el coche... A veces "se le cruzaban los cables" y daba "patadas" a sus caballos

Delgado es "inestable emocionalmente", impulsivo, cuando pretende iniciar una relación de pareja, lo hace de manera demasiado intensa (demasiado cariñoso desde el principio, obsesionándose con ellas), interpretando cualquier gesto de cortesía como una señal de interés sexual; tiene miedo al abandono, por lo que cuando una mujer se distancia de él, pasa de la idealización a la devaluación y se venga de ella con insultos y críticas". Además, tiene "problemas para regular sus emociones. Se le cruzan los cables, tiene chispazos de violencia hacia los animales", maltratando a sus caballos con "patadas" y "respuestas de ira ante la frustración".

Según el informe de los especialistas de la Guardia Civil, "su patrón de respuesta ante el rechazo femenino son reacciones emocionales incontroladas (llora, insulta, corre como un loco con el coche, no lo acepta)".

Los investigadores han descubierto varios episodios inquietantes en la vida sentimental de Delgado: la novia de un amigo contó a los agentes que Eugenio "le insistía en que se pensara tener una relación con él, asegurándole que poco a poco sentiría lo mismo que sentía él por ella y añadiendo que con él no le iba a faltar de nada a la mujer ni a su hija".

Acechó a amigas y vecinas

Ante la negativa de la chica, Delgado se desplazó a su casa, situada en otra localidad de Badajoz, y la esperó casi toda la noche en la puerta hasta que ella llegó de trabajar a las cuatro de la madrugada. Entonces, la abordó y le propuso empezar una relación. Ella "se sorprendió de verlo a esas horas en su domicilio, porque él no conocía sus horarios, por lo que tuvo que estar varias horas esperando allí -acechando, apunta la Guardia Civil- hasta que la vio aparecer".

Los investigadores apuntan en su informe que Delgado "decidió desplazarse a otro pueblo para poder abordar a la mujer cuando estuviera sola y expresarle su amor, tratando que rompiese la relación que tenía con su amigo. Para ello tuvo que realizar un seguimiento de la mujer o estar apostado durante horas debajo de su domicilio, puesto que no tenía información sobre sus rutinas".

Añaden, en base a testimonios como el de esta mujer, que "si Manuela hubiese despertado algún interés en Eugenio, sería plausible que este hubiera realizado comportamientos de acecho sobre ella, al igual que los practicó con otras mujeres que habían despertado su interés anteriormente".

Dos vecinas de Delgado relataron a los agentes cómo Eugenio las "vigilaba y miraba indiscretamente desde el muro medianero de su domicilio mientras ellas se bañaban en la piscina, sin establecer ningún tipo de contacto verbal". Las mujeres incluso sospechan que el hombre "accedió a sus viviendas y les robó, presuntamente, un móvil con el que realizó llamadas a números eróticos".

"Se obsesionó"

En el informe enviado por la Guardia Civil al juzgado también consta el testimonio de otra mujer, cuñada de un amigo de Delgado, que recordó cómo Eugenio se "obsesionó" con ella hace años y le hizo sentir "miedo": "Cuando se enteraba de que yo iba a ir a casa de mi hermana, él se presentaba allí (…). En una ocasión, aprovechó un momento en que estábamos solos para darme una cachetada en el culo (…). Luego me operaron y él se presentó en el hospital, me regaló un collar de oro con la inicial de mi nombre y, cuando iba a llegar mi novio, se marchó. Pero antes, le dijo a mi hermano que no le gustaba mi novio y que era mejor que estuviese sola".

Cuando la chica le rechazó, él fue diciéndole a amigos y vecinos "primero que éramos pareja y después que yo era una guarra, una puta, que me rozaba con todos y que no estaba conmigo porque él no quería". Preguntada por los guardias civiles, la mujer fue contundente: "Veo a Eugenio capaz de obsesionarse con Manuela como le pasó conmigo".

Violencia sexual

Los investigadores de la SACD también lo creen: "las distorsiones cognitivas que presenta Eugenio, así como determinados rasgos de su personalidad (impulsividad, relaciones inestables, desregulación emocional) son factores que distintos estudios han asociado a la violencia sexual y, en el caso concreto de Eugenio, se ha acreditado que solía reaccionar con respuestas emocionales incontroladas ante el rechazo femenino, algo que también pudo ocurrir por parte de Manuela".

El sadismo sexual que sufre Delgado está detrás del 75 % de los homicidios sexuales. Ese trastorno explicaría que desnudara a Manuela y luego la asfixiara

Los expertos concluyen que el trastorno por sadismo sexual que sufre Delgado "está presente en el 75% de los homicidios sexuales, a diferencia del agresor sexual que no acaba con la vida de sus víctimas. Esto explicaría que el cadáver de Manuela apareciese desnudo y también sería compatible con el mecanismo de la muerte (de la mujer) considerado como más probable a nivel forense, porque las personas que padecen sadismo sexual utilizan la asfixia en su modus operandi con una frecuencia alta".

Sabía lo que hacía

Eso sí, los especialistas en desentrañar mentes criminales matizan: el presunto asesino de Manuela sabía perfectamente lo que hacía cuando cometió el crimen: el trastorno que padece "no le afecta a su capacidad para comprender sus actos". Prueba de ello es que el acusado ha ido "modificando su versión de lo que ocurrió en sus declaraciones para encajarla a las evidencias que va conociendo en cada momento".

Delgado sostiene que Manuela murió en su casa tras una caída accidental de espaldas, cuando la mujer le ayudaba a trasladar una cuna, y que después él escondió su cadáver por miedo. La autopsia reveló que la víctima tenía dos dientes, la nariz y tres costillas rotas, lesiones incompatibles con una caída accidental hacia atrás. Eugenio no supo explicar esas heridas.

Desnuda

Tampoco dio una explicación sobre por qué le quitó la ropa a Manuela. Más tarde explicaría que lo hizo para evitar que los animales que pudiesen pasar por su finca escarbasen y desenterraran las ropas, lo que "no es coherente con que dejara su cuerpo cubierto con un albornoz y una sábana", señala el informe de la Guardia Civil.

Los agentes han hecho otro descubrimiento inquietante: después del crimen, Delgado volvió a la finca donde enterró a Manuela y "soterró su cuerpo con un muro de contención de adoquines".

Su objetivo era "construir una plancha de hormigón" sobre la tumba de su víctima "para destruir los indicios que pudieran incriminarle en un delito de índole sexual". Para que Manuela continuara siendo una mujer desaparecida. Para que sus hijos, sus hermanos, sus padres… no pudieran encontrar nunca la paz.