Ocurrió sobre las 9,27 horas de la mañana, del pasado 9 de marzo, a la altura del número 53 de la calle San Vicente de Valencia. Un joven, que no estaba en sus plenas facultades mentales, por razones que se desconocen, se empeñó en subir al autobús de la línea 64 de la EMT. El conductor del bus le indicó que no podía acceder al vehículo fumando, tal como respeta y entiende todo el mundo, y como dictaminan las leyes y las ordenanzas que regulan el uso del transporte público en Valencia y en toda España. Pese a la negativa del chófer, el hombre se empeñó en acceder al bus y se topó con que el conductor le hizo frente y le reiteró su negativa a que viajara fumando. La situación se volvió tan tesa, que acabó en una discusión y casi en una agresión, motivada por el estado de este joven, que en ningún momento desistió de su actitud, según fuentes presenciales.

Otro chófer también bajó a ayudar a su compañero

Debido al pequeño altercado, el conductor tuvo que parar el vehículo y bajarse. Además, los otros viajeros que estaban haciendo cola para subirse al autobús reaccionaron, y procedieron a abalanzarse sobre el joven y lo redujeron en el suelo, mediante una llave de artes marciales. Mientras esto pasaba, otro autobús de la EMT que circulaba en dirección contraria también se tuvo que parar y su conductor también bajó para ayudar a su compañero. El resultado final fue que entre varios pasajeros y los chóferes retuvieron al joven hasta que una patrulla de la Policía Nacional, que circulaba por la zona se hizo cargo del infractor, lo detuvo y se lo llevó. El incidente creó un cierto revuelo en la propia calle, con varios peatones y vecinos viendo cómo se acumulaban varios hombres sobre el infractor, algunos grabando con su móvil la situación; lo mismo que desde el otro autobús donde algunos pasajeros hacían lo mismo.

Situaciones desagradables por pasajeros incívicos

Cuando se dan este tipo de situaciones en las que un viajero o varios viajeros se niegan a aceptar la autoridad del conductor de la EMT, lo insultan, lo amenazan o incluso lo tratan de agredir, la única opción que le queda al chófer es detener el vehículo y llamar a la Policía Local para que intervenga. Lo mismo pasa con aquellos incívicos que se cuelan o se niegan a pagar. El conductor se la juega y tiene que afrontar situaciones desagradables.