Tour de Francia
Triunfo de Ion Izagirre en el Tour de Francia y que siga la fiesta
El ciclista guipuzcoano se cuela en la fuga buena del día y gana una etapa siete años después de hacerlo en Morzine
Sergi López-Egea
Tanto tiempo esperando victorias y ahora parece que los triunfos crezcan en el Tour de Francia como en un bosque otoñal agraciado por las setas. Bingen Fernández, director del Cofidis, iba de copiloto y se quedaba afónico de animar a Ion Izagirre. Le chillaba en vasco, y en euskera le da las consignas para que no se enteren los rivales. Cinco años esperando un triunfo español y ahora, de piernas vascas, han llegado dos prácticamente seguidos. Lo nunca visto. Para volver a entrenar las manos, para que se refresquen contando éxitos y no fracasos.
Algún día contará en uno de sus libros u obras teatrales de las que escribe este filósofo convertido en ciclista y que se llama Guillaume Martin cómo se convirtió por detrás de su compañero Izagirre en el tapón, en el que quitaba brillo e intensidad a los ocho corredores que estaban con Izagirre y a los que había que desanimar para que no se les ocurriera pillar a este corredor guipuzcano, de 34 años, curtido en mil batallas, de los que mejor funcionan en las carreras por etapas de primavera y el que ya había logrado antes de su triunfo entre viñedos de Beaujolais triunfos en el Tour, la Vuelta y el Giro, el club de élite del que forma parte un corto pero exclusivo club de ciclistas con clase.
Ganó en Morzine, en 2016, adonde llega el Tour este sábado, y al igual que hace siete años tras subir y bajar la Joux Plaine, aquel día bajo una lluvia de espanto. Lo hizo en el Giro en 2012 y en la Vuelta, en Formigal y en 2020, el día que la estación de esquí aragonesa sustituyó al Tourmalet, cerrado por covid.
La hora del Grand Colombier
No era un día fácil porque desde la salida se corrió con el cuchillo entre los dientes y porque Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar parecía que no andaban dispuestos a reservar fuerzas para la batalla de este viernes en el Grand Colombier. Y cuando se formó la fuga buena por allí apareció Ion, tipo duro, que soporta encima de una bici desde una sartén quemando hasta el diluvio universal. Corredor veterano que entendió que debía atacar en la Croix Rosier, el último puerto del día con las espaldas protegidas por Martin, y con 31 kilómetros a meta, vista su decisión, su potencia y su valentía nunca pareció que la victoria
Hasta pudo recrearse, disfrutar del público y acordarse de su pequeño pueblo guipuzcoano, una aldea más bien, Ormaiztegi, 1.200 habitantes, famosa villa porque allí antes que Ion y Gorka Izagirre, el otro hermano ciclista que corre el Tour con el Movistar, nació Tomás de Zumalacárregui, el líder de la primera guerra carlista, el que no quería a una reina por el hecho de ser mujer.
Si primero ganó un vizcaíno llamado Pello Bilbao, luego lo ha hecho un guipuzcoano. “Es un Tour vasco -dijo tras la victoria- porque salimos de casa y porque de casa somos los dos que hemos logrado victorias. Arranqué de lejos y pude aguantar”, lo contó en castellano y en francés, porque francés es su equipo, aunque los directores sean vascos como él. Gritó, se abrazó y hasta lloró, porque a veces, como le sucedió a Ion, las lágrimas también son de alegría. “Que siga la fiesta”, dijo y se marchó.
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