Manuel Llorente y Braulio Vázquez abandonaron el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe con una seriedad extrema, después de pasar por la zona de vestuarios, muy incómodos por lo que habían visto sus ojos y comprobar que los temores existentes en la zona noble al no verla «asegurada» se habían convertido en realidad por errores propios. Y eso duele. Tras despedirse, el presidente se dirigió caminando al parking donde estaba su vehículo, ya que junto al director de Marketing y Comunicación Damià Vidagany y el empleado Fernando Valls regresarían a Valencia por carretera. Su cabeza no paraba de dar vueltas, el teléfono móvil le sonó varias veces mientras se cambiaba la chaqueta del traje por un suéter para viajar más cómodo… si era posible, con muchas preguntas a las que buscaba respuesta en su interior.

¿Por qué se han dejado escapar tantos puntos con sus perseguidores? ¿Cómo puede ser que creándote tan poco peligro te hagan tanto daño? ¿Qué supondría económicamente no acabar la liga en el tercer puesto? Iban sucediéndose una tras otra con un tinte negativo, digiriéndolas con la máxima serenidad posible porque hay una luz: a pesar de la crisis de juego y resultados, el Valencia CF sigue tercero —ahora empatado con el Málaga— y aún puede soñar con llegar a la final de la Europa League. Los objetivos no están intactos pero siguen al alcance de la mano y el presidente no tenía reparos en pronunciar abiertamente que ahora «hay que cerrar filas y remar todos juntos». A unos cien metros del estadio, mientras los futbolistas del Getafe abandonaban con sus coches de alta cilindrada a alta velocidad, Manuel Llorente buscaba rayos de luz entre la noche cerrada. No se escondió ni se fugó a la carrera, él es el máximo responsable de la entidad y no le importó compartir sus ideas sobre una situación muy complicada, eso sí, sin titubear cuando aparecía el nombre de Unai y su futuro más inminente envió el siguiente mensaje: «No vamos a tomar una decisión drástica».

Hay decisiones que no se comparten con Unai, pero el técnico tampoco está engañando a nadie con su preferencia por el fútbol ofensivo. Los resultados en liga las dos anteriores temporadas fueron buenos, en las que el VCF acabó tercer clasificado, y el equipo ha demostrado que puede estar ahí arriba con mayor fiabilidad y a una mayor diferencia respecto al cuarto clasificado. Ser tercero o cuarto tiene una gran diferencia, aunque finalmente estés en el mes de agosto en el sorteo de la Champions, y el objetivo es acabar por detrás del Barça y del Madrid. No hay otra opción.

Dentro de la preocupación existente, lo que no va a hacer el presidente es tirar la toalla, eso sí, hay que concienciarse de que de esta situación se va a salir con la gente que hay: técnico y futbolistas. Y tratar de que no les influya cualquier factor externo que pueda descentrarles, porque hay que enderezar la situación como sea, comenzando por el sistema defensivo. A ese asunto se le dieron muchas vueltas al acabar el partido, teniendo la sensación de que los rivales te hacen mucho daño creándote poco peligro, hay circunstancias de mala suerte, pero ahora «si hay que ganar 1-0 con todos colgados del larguero hay que hacerlo». Más cuando el VCF se adelanta en el marcador casi siempre… La situación es crítica, pero hay vida remando juntos. Y así empezaron su regreso a Valencia.