Nuno Espírito Santo no es una hermanita de la caridad. En dos temporadas como entrenador del Rio Ave ha dejado huella por sus buenos resultados deportivos y también por sus actuaciones fuera del terreno de juego. Árbitros, dirigentes y adversarios han sufrido su personalidad. Uno de sus episodios más sonados fue su irrupción en el vestuario del colegiado después de un tenso partido ante el Benfica.

El Consejo de Disciplina de la Federación portuguesa tuvo que someterlo a proceso disciplinario por haber invadido el vestuario del árbitro Bruno Paixâo. Después, Espírito Santo admitió haberlo hecho y mostró su arrepentimiento, pero con atenuantes. Según la versión del técnico, Paixâo se dejó llevar por la pasión y puso la música con un volumen demasiado alto en su vestuario. Circunstancia que fue desmentida. «No hay nada que disculpe mi comportamiento y no se volverá a repetir. Pero pasaron cosas que lo justifican», aseguró entonces Nuno. «Dentro de una conducta deportiva correcta, no considero aceptable y pienso que es una falta de respeto, que después de un partido de fútbol el árbitro, dentro de su vestuario, que estaba contiguo al vestuario de los equipos, ponga música de forma inaceptable perturbando incluso las conversaciones normales de las personas», relató el entrenador.

Nuno aseguró que su invasión no tuvo que ver con un ajuste de cuentas por el arbitraje: «Lo que aconteció no fue relacionado con el trabajo del árbitro en el partido, pero la euforia de la victoria o la tristeza de la derrota deben ser respetadas por todos los que intervienen en el juego».

Alabado por Mourinho

Como jugador, Nuno pasó por Vitória, Deportivo, Osasuna, Mérida o Dinamo de Moscú, pero su paso por Oporto determinó decisivamente su raigón. En la temporada 2002/03, José Mourinho lo contrató para hacer sombra a Vítor Baía. Espírito Santo nunca jugó tanto como le hubiera gustado durante su carrera, pero siempre fue respetado en todos los equipos por los que pasó, participando como líder activo del vestuario. Su fuerte carácter, personalidad y capacidad de trabajo potenciaron su autoridad dentro del grupo y fuerza para intervenir, aunque ejerciera a la sombra.

Siempre tuvo peso en el Oporto y cuando regresó al club en 2007 para terminar su carrera fue promovido de inmediato como segundo capitán. Uno de sus últimos actos públicos en esa condición aconteció el 20 de febrero de 2010, cuando actuó como voz del vestuario para defender a los compañeros sancionados como resultado de una revuelta producida tras un clásico Oporto-Benfica, conocida como el «Túnel da Luz».

El carácter de Nuno tampoco dejó indiferente a José Mourinho, que le dedica unas líneas en uno de sus libros. En la final de la UEFA 2003, el portero suplente fue importante para contener el mal perder de un jugador del Celtic de Glasgow: «Los jugadores llegaron alterados al vestuario por la violencia de Baldé, incluso Derlei se llevó un golpe, entonces apareció Nuno, un hombre magnífico que puso orden cuando fue preciso y sin dejar dudas a nadie».