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DANILO BARBOSA

El niño que vendía escobas por la calle

Después de abandonarlo su padre, con once años salió de su casa por el fútbol

El niño que vendía escobas por la calleJ. M. LÓPEZ

La de Danilo Barbosa no ha sido una historia sencilla. Nació en Simões Filho, que como él dice, «es una ciudad muy cercana a Salvador y muy pobre». Tanto, que a día de hoy es uno de los principales focos de delincuencia de Brasil. «Lamentablemente hoy es muy peligrosa pero he ido recientemente a visitar la escuela en la que estudié, Escuela Irmã Dulce, porque lo que más deseo es ayudarles. Necesitan apoyo y carecen de recursos financieros», argumenta el futbolista, que procede de «una familia muy humilde y trabajadora».

Tiene una hermana y siete hermanos y están muy unidos. «Mi padre se fue cuando yo tenía 7 años y cuando era niño mi madre trabajaba siempre en dos o más empleos para poder criarnos. Mis hermanos y yo intentábamos ayudar vendiendo escobas o condimentos en las calles pero no ganábamos casi nada. Tengo mucha admiración por ella porque sé que sufrió mucho para que hoy seamos personas trabajadoras, honestas, íntegras y humildes», explica emocionado.

A Danilo no le gusta hablar de sí mismo e intenta «ser una buena persona, hacer siempre el bien». Se olvida de todo cuando salta al césped y reconoce que la política «es un tema complicado» pero sobre todas las cosas no puede entender «la mentira, la corrupción y la ganancia». La música es parte de su vida, está aprendiendo a tocar la guitarra y le encantan los comediantes, de hecho en Brasil acostumbraba a ir al teatro.

Es sensible con el medio ambiente y es que en su país —y en todo el mundo— hay destrucción de las selvas, contaminación de los ríos... Su película favorita es el documental ‘Mata-Mata’, que narra su trayectoria en el fútbol y para desconectar le gusta mirar al mar y escuchar el sonido de las olas. Lee y habla con sus amigos. En València le gustaba mucho ir a la Patacona. Es un futbolista atípico y tomó contacto con la pelota por culpa de su hermano: «decía que yo tenía talento. El problema es que la escuela de fútbol quedaba lejos y no teníamos dinero para coger siempre el autobús. A los 11 años hubo unas pruebas para ir al Gremio, un club del sur, y allí me fui, lejos de mi familia. Tuve que ser independiente, cambié de sitio muchas veces por el fútbol».

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