Kondogbia no se arruga. Su mentalidad es firme y su efecto sobre el campo también. Grande en los partidos grandes, igualmente grande en los partidos con menos cartel. Su rendimiento es uno de los más estables de la plantilla y del campeonato; sobran los dedos de una mano para marcar los partidos en los que ha bajado del siete de valoración estadística. No es una cuestión de sensaciones, ahí están los números.

Después de perderse el encuentro del Camp Nou por unas molestias físicas, el francés volvió al equipo en el Metropolitano. Su despliegue fue total: fue el jugador del partido con más pases completados, el que interceptó más balones, el que realizó más regates y el que más faltas sufrió. En clave valencianista, fue el número uno en tackles. En la estadística fue el MVP. Kondogbia brilló en las dos fases del juego, defensa y ataque, con balón y sin balón. Actuaciones así marcan la diferencia y refuerzan su impacto dentro del engranaje del bloque. En el mejor Valencia posible, Kondo es tan imprescindible como Guedes, Parejo o Carlos Soler. El jueves, el factor Kondogbia será fundamental para superar al FC Barcelona.

Kondogbia no tiene la raiz de Gayà o Jaume, ejerce un tipo de liderazgo distinto, menos espiritual pero básico para el tejido competitivo del grupo por su sencillez, naturalidad y trabajo sobre el terreno de juego. Han habido momentos está temporada donde lo han tenido que frenar. Al Valencia llegó con las ideas claras. Para Marcelino es absolutamente imprescindible y la confianza es recíproca. Cuando entra en efervescencia es capaz de merendarse a Casemiro, a Isco o a Modric y Kroos. En el Metropolitano se pasó por encima de Saúl y Koke durante una fase importante de la primera parte. Tras el gol de Ángel Correa (1-0, minuto 59), su influencia fue a menos. El equipo dio síntomas de agotamiento, por eso, el francés es todavía más importante ahora. Kondogbia es mucho más que músculo, pero su empuje físico es fundamental para fortalecer y mantener la línea de resistencia del equipo.

Kondogbia es básico para la salida, para intimidar, para armar el ataque rápido y acelerar la jugada, para el contragolpe, para lanzar las bandas, para los duelos tierra-aire, para el balón parado, para proteger la defensa, para la presión y para morder arriba. En el Camp Nou se le echó de menos, sensación que se agudizó con la puesta de escena en el Metropolitano. Jugadores así valen por dos. Ante el Barça hará falta un Kondogbia, un Parejo, un Rodrigo, un Carlos Soler, un Gayà, un Gabriel, un Jaume...

La final pasa por ahí, por una exhibición colectiva y una explosión individual. Hay que crecer en la adversidad y en la exigencia. El canal Messi-Suárez es determinante en el juego del Barça y la existencia de Kondogbia tiene que ser fundamental para interrumpir la corriente. Gobierno sobre Messi, autoridad sobre Suárez, control sobre Alba. El equipo ha competido siempre, ha estado firme en las buenas y no se ha descosido en las malas. Menos ahora. No hay dudas. El jueves es la noche esperada para dejarse hasta la última gota de fútbol.