SOCIAL

La fractura del espíritu integrador de 1919

Martín Queralt quiso aunar a toda la diversidad del valencianismo, inspirándose en los pioneros de 1919 / El distanciamiento generacional y de clase de los distintos grupos rompe "De Torino a Mestalla" pero diversifica la oposición a Lim

La fractura del espíritu integrador de 1919

La fractura del espíritu integrador de 1919

VICENT CHILET

La plataforma De Torino a Mestalla sonaba utópica desde un inicio, pero pesaban dos razones para que intentar que fuera viable. Primero, el respeto reverencial hacia Juan Martín Queralt como figura creíble de consenso en la que delegar un milagro de este calibre. Un respeto que sigue intacto pese a la disgregación de la plataforma. Segundo, el delicadísimo momento que atraviesa el Valencia CF, mucho más cerca del abismo que de la lucha por los títulos, convertía en una obligación moral el intento de unión de todos los sectores. Si el fin último era el de devolver el club a sus aficionados, y recuperar como legado futuro aquel Valencia CF que nos contaron, Martín Queralt pensó que la entidad debía partir con el mismo espíritu fundacional de sus orígenes.

De hecho, el Valencia Football Club de 1919 fue la culminación final de varios clubes efímeros desde principios de siglo y en la directiva que firmó el acta de constitución en el Bar Torino había de todo. El primer presidente, Augusto Milego, era hijo de Saturnino Milego, que había sido miembro del Partido Republicano Radical de Rodrigo Soriano, con una entera saga familiar de profesores ligada a la Institución Libre De Enseñanza y depurada tras la guerra. Gonzalo Medina era un comerciante de militancia conservadora. Julio Gascó integraría la Izquierda Republicana de Manuel Azaña y murió en el exilio de México. El más joven de todos, Josep Llorca, de 16 años, a los pocos años de la fundación del club ingresó en el partido de Blasco Ibáñez, en el PURA, formación claramente enfrentada a la de Soriano. Fernando Marzal era de otra facción republicana distinta y Pascual Gascó era militar y de derechas. Fue un club, desde su inicio, transversal, que bendecía su bandera fundacional al tiempo que contaba con directivos que editaban un "semanario deportivo bolchevique" como La Estaca.

Todas las distintas sensibilidades, documentadas por el historiador José Ricardo March en varias obras y artículos, se superaron en una época de gran efervescencia política para ejecutar el anhelo de levantar una entidad ambiciosa y con vocación representativa de la ciudad. La amplitud de miras que sirvió para fundar un club, no ha cuajado esta vez, un siglo más tarde, en la lucha por salvarlo. Ni siquiera con la presencia de un "contrario" tan definido, que suscita tanta unanimidad en contra, como Meriton Holdings. El escaso tiempo restante para evitar el colapso era otro efecto catalizador para armonizar la cohabitación. Sin embargo, De Torino a Mestalla no ha podido soportar el sesgo generacional y de clase con la que ha convivido una plataforma muy heterogénea, en la que convivían desde juristas, abogados, historiadores, antiguos políticos, peñistas y ultras. Desde los primeros meses varios de los grupos han sido competidores en estrategias, sobre todo para encarar la vía jurídica. El entusiasmo juvenil y la actitud más abiertamente combativa de Libertad VCF chocaba con el prisma más "político" de la Tertulia Torino, que intentó tender puentes de comunicación con Anil Murthy y Peter Lim para trasladarles la voluntad de una reversión de su mayoría accionarial, así como escenificar encuentros con las autoridades financieras e institucionales. Mientras, otros grupos, especialmente "Últimes vesprades a Mestalla", se han desgastado en tratar de salvar diferencias de unos y otros.

Dos han sido los factores que han acabado por dinamitar la convivencia. Uno, el propósito desde la Tertulia Torino de convertir la plataforma en asociación para articular desde esa unidad la vía jurídica y explorar la finalidad (compartida por todos) de una posible administración desleal por parte de Meriton Holdings. El otro, el intento de la Agrupación de Peñas de recabar por su parte la adhesión de accionistas, tarea en la que Libertad VCF lleva trabajando desde hace meses y ya ha superado el 1% con 45.000 títulos de propiedad agrupados en su camino hacia el 5%. Algunos de los grupos consultados por este periódico mostraron su decepción porque entienden que se quería convertir a la plataforma "en una Tertulia Torino ampliada". Desde los sectores más jóvenes se acusa a los colectivos más tradicionales de una mirada "displicente" y de buscar "personalismos". Desde la otra parte, se lamenta la ausencia de voluntad integradora. Desde todos los sectores no se dudaba del liderazgo de Martín Queralt, pero se dejó de creer en la plataforma. El puzle, en definitiva, de un fracaso que conduce a otra tradición casi fundacional, la de un club que desde muy pronto vio aparecer puntos de vista contrarios como el de la peña "La Tartana", la primera oposición que germinó contra la directiva de Milego.

De este modo, con la salida de Libertad VCF, Últimes Vesprades a Mestalla, Ciberché y VCF Sud (mientras Viachers someterá su decisión a votación interna), la plataforma quiere seguir su camino con los grupos Tertulia Torino, Agrupación de Peñas y Espíritu del 86. Los dos primeros agrupan el sentir de parte de la masa social y de áreas de influencia a nivel financiero y político y conectan diálogo con Espíritu del 86. De la aparente fractura de una utopía pueden surgir varias soluciones. El distanciamiento generacional dificultaba y ralentizaba el funcionamiento interno y la llegada a acuerdos. Ahora, aunque no sea desde una simbólica unidad y acción organizada, la oposición a Peter Lim continúa igual de decidida y desde distintos flancos tan diversos como los de 1919.