La brújula europea de André Almeida (0-1)

Un nuevo gol del mediapunta portugués, unido al orden y sacrificio colectivos en defensa, da el triunfo al Valencia en el Sadar, que recupera la séptima plaza

André Almeida celebrando su gol ante Osasuna en El Sadar

André Almeida celebrando su gol ante Osasuna en El Sadar / EFE

Vicent Chilet

Vicent Chilet

El camino hacia su reencuentro con Europa lo recorre el Valencia palmo a palmo, sudando cada punto. Con sacrificio y orden defensivo, con momentos de inspiración de André Almeida, de vuelta en el momento decisivo. Con frescura de mente y piernas tras su larga ausencia por lesión, los goles del mediapunta portugués están siendo el factor diferencial del equipo de Rubén Baraja. Ante un Osasuna fiel a su estilo batallador, que erró un penalti en el 96, la diana de Almeida, la segunda consecutiva, devuelve a los valencianistas a la séptima posición, quedando la sexta plaza de la Real Sociedad a tres puntos, con 21 por disputarse.

Ganar en el Sadar pasa por una condición ineludible: igualar la garra y la brega que Osasuna imprime a cada uno de sus partidos como local. Con su receta más clásica estrenaron el partido los rojillos, con esos centros laterales siempre acompañados del murmullo expectante y creciente de su público. El Valencia respondió solvente, sumando a las baterías antiaéreas a tipos como Javi Guerra.

Los visitantes soportaron el arreón y avanzaron líneas, buscando la brújula de André Almeida. Al cuarto de hora, el mediapunta luso inventó un pase al espacio hacia la carrera de Hugo Duro y exigiendo una salida precipitada de Sergio Herrera. El meta tropezó con su propio central y la pelota le quedó perfecta para Hugo Duro. A 20 metros, a puerta vacía, con posibilidad incluso de levantar la cabeza. En definitiva, con margen para pensar, también para dudar. El getafense tiró un recorte ante Jorge Herrando, que le adivinó la intención y abortó un gol seguro. El central lo celebró como un gol.

No hubo tiempo de masticar la frustración. Tres minutos después, con tres toques rápidos, con varios movimientos intuitivos sin balón, Diego López asistió a André Almeida, que remachó con un latigazo seco, raso, cruzado. Un muy buen gol colectivo que silenció el Sadar. El partido se instaló en los minutos siguientes en la zozobra local. El Valencia salía disparado a la contra con un Osasuna aturdido. Jesús Vázquez, titular ante la mirada orgullosa de su padre, el director deportivo osasunista Braulio, tuvo el segundo a los 22 minutos. Sergio Herrera salvaba con dificultades con el pie.

Osasuna recuperó el equilibrio y mandó otra ración de fútbol directo en dirección a Budimir, con Rubén García y Arnaiz por los flancos. Apretó mucho el equipo navarro, incluso con alguna ocasión clara, en el disparo de Arnaiz rebotado en Javi Guerra y escupido por el poste. Pero incluso en esos momentos de apuro, al Valencia se le vio disfrutar defendiendo. Igualando batallas por alto, ganando duelos, muy activado. Casi sin tener que recurrir a Mamardashvili, que estrenaba capitanía.

En la segunda parte iba a esperar otro largo ejercicio de concentración y atención. Al asedio de Osasuna respondía el Valencia con aguijonazos furtivos. Con conducciones largas y cambios de ritmo de Fran Pérez, que desordenaban la zaga local, pero que no acababan en peligro. Poco a poco iba encajonando efectivos el Valencia en torno a Mamardashvili, con un Osasuna vitaminado con la entrada de Mojica. Fue creciendo la sensación de peligro hasta la gran ocasión de Budimir en el 65, previo recorte y centro tenso y a baja altura de Rubén García. El delantero croata cruzó con el muslo el remate, con Giorgi ya batido.

Fue el anticipo de un final de partido asfixiante, con Baraja aguantando la llegada de los cambios, con Mamardashvili sacando puños para sacar balones mordidos por alto, despejados en dirección a Tbilisi. El final se hizo larguísimo, a merced de un Osasuna volcado a la desesperada, abusando de los balones laterales, con valencianistas caídos, damnificados en cada duelo directo, en un partido de colmillo. Con el tiempo casi cumplido, el sufrimiento final del penalti de Guillamón a Budimir. La mirada del croata parecía concentrada, fría, tremendamente segura y convencida. Pero pateó con una pifia inédita. La pelota llegó dando saltitos a los guantes de Mamardashvili. Un broche surrealista a un partido lleno de sufrimiento,que aclara el camino a Europa.

Ficha técnica del CA Osasuna-Valencia CF