El equipo está peor de lo que parece y no ha tocado fondo. No lo ha hecho todavía porque, pese a brindarle al Gante la posibilidad de vivir una noche histórica (primera victoria en su estreno en Liga de Campeones), la situación tiene margen para empeorar. Balaídos, con el Celta de Berizzo como agresivo adversario, puede terminar de descoser el último hilo de vida que queda en el equipo… si es que este Valencia CF merece ser valorado hoy como un equipo. Todo lo que no sea una derrota el próximo sábado será una sorpresa. El grupo se está desangrando y no hay manera de cortar la hemorragia. Al contrario, la herida empieza a oler a podrido de forma preocupante. Son sensaciones que toman forma en el césped y en los números. No hay excusas ni fórmula humana para maquillar el cuadro. El conjunto de Nuno compareció en el Ghelamco Arena como un grupo de voluntades sin mucha voluntad, incapaz de dar más de tres pases seguidos. La realidad superó el fondo de esta frase de lata. El primer disparo —por encima del larguero— no llegó hasta el minuto 56 a través de una falta ejecutada por Parejo. Sin juego y sin sangre, ya no queda nada.

El Gent superó al Valencia en todo. Así, el campeón de Bélgica, un equipo humilde y limitado, pasó por encima de otro desestructurado, confuso, desastroso en su forma y emocionalmente dañado. Ya no sabe si el objetivo es correr hacia adelante o hacia atrás, atacar o defender. Tomar el balón o recuperarlo. La presión es deficiente y a partir de ahí el equipo está peor organizado para competir.cNo hay apoyos ni filtros, ni freno ni cambio de ritmo. El coco está reventado y las piernas tiesas. Enlazar victorias es confianza y sucede todo lo contrario: un paso al frente otro atrás. El drama definitivo se puede producir ante Las Palmas, San Petesburgo o Eibar.

Cuestión de energía, de táctica, de espíritu, de coraje, de talento mal gestionado. En Gante el equipo recorrió 89 kilómetros. El peor registro en esta Champions (previa incluida) y el peor de la temporada sólo por detrás de Vallecas, con un matiz: las dimensiones reducidas del césped vallecano. Parejo no ocultó el problema. Habló de intensidad y eso bajo el mandato de Nuno significa el 75% del sistema. El balón parado ya no existe como arma de juego y faltan futbolistas que marcaban la diferencia a todos los niveles. Todo lo contrario sucede en el bloque de Vanhaezebrouck. Los belgas no tienen grandes individualidades, pero el miércoles Sven Kums pareció Xavi, Renato Neto tomó forma de Patrick Vieira y Depoitre se dibujó como una especie de Didier Drogba blanco. La claridad de conceptos fue un plus para el Gent, que se hizo fuerte también en la incapacidad del Valencia. Los números de futbolistas que son un seguro de rendimiento como Gayà, la falta de ánimo de un fuera de serie como André Gomes o la inconsistencia de Mustafi confirman que el resultado no tiene como origen un problema coyuntural. Aquí está fallando toda la estructura y llegados a este punto hay que tomar decisiones porque el crédito del proyecto —si es que lo hay— puede verse afectado gravemente. En Bélgica hubiera servido hasta un empate. Ahora están obligados a no fallar ante Zenit y Lyon. Si el Gante gana en Gerland estará dentro, con la posibilidad de resolver ante un Zenit virtualmente clasificado en la última jornada. Suena a carambola, pero la posibilidad existe. El partido no dejó nada a lo que agarrarse, desde el fútbol, para pensar que la situación puede cambiar para bien mañana. Nada. Nuno habló de imagen vergonzosa. Es un paso. La cuestión es si está a tiempo de darle la vuelta al estado del enfermo.