Natural de Villanueva de Castellón, defensa central internacional Sub’16 y Sub’17 y a sus 16 años una de las grandes promesas de la escuela del Valencia. Los grandes de España y Europa llevan mucho tiempo detrás de él. El Chelsea, sin ir más lejos, fue el último en preguntar después de descubrirlo en las categorías inferiores de la Roja. Es Carlos Badal. El canterano, actualmente en la plantilla del Juvenil A de División de Honor a pesar de su edad, cumplió el pasado domingo uno de sus sueños. Pisó el césped de Mestalla por primera vez. Aunque no lo hizo con el equipo. Lo hizo con su banda de música. Con la otra de sus grandes pasiones además del fútbol. Porque además de un gran jugador es uno de los grandes músicos de la Banda Societat Musical Lira Castellonera de su pueblo que fue invitada por el club para amenizar el partido contra el Real Madrid. Acordes y goles se juntaron para él en una noche inolvidable. "Va estar molt mel!", dice con su valenciano abierto de la Ribera Alta que recuerda a David Albelda. El empate a dos contra los blancos, a él a más que a nadie, le sonó a música celestial.

Fútbol y música siempre fueron de la mano para Carlos. Desde que tenía seis años. Con esa edad ingresó en la escuela de fútbol Unión Deportiva Castellonense y se apuntó a las clases de solfeo de la banda. Lo hizo por la tradición musical de su pueblo y porque lo llevaba en los genes familiares. Su tío abuelo Antonio Badal fue uno de los grandes músicos y seguro que el domingo se sintió orgulloso desde el cielo. Carlos eligió la tuba. La escogió porque era el instrumento más grande. A diferencia de otros niños, podía manejarla por su gran envergadura física. También influyeron los consejos de un amigo de su madre. "Coge la tuba, no te arrepentirás, te va a dar muchas satisfacciones". El tiempo le ha dado la razón a Genaro. Badal se apuntó con sus amigos de siempre. Gabriel Vidal cogió el trombón, Rubén García el fagot y Joan Isern el saxofón. "Tota la cuadrilla!", exclama. Su primer concierto fue en el Teatro de Teulada con la banda infantil cuando solo tenía diez años. Un año antes había ingresado en la escuela del Valencia después de un año de pruebas compitiendo en torneos con el que convenció a todos. Incluidos sus dos primeros entrenadores de benjamines Miguel Grau y Rubén Mora. Justo a partir de ese momento empezó a recorrer la Comunitat Valenciana. Entre campos de fútbol y conciertos. Ha tocado en el Palau de la Música de València, en las fiestas de su pueblo, en los Moros y Cristianos y, como no, en las Fallas. Compaginaba sus dos pasiones. Dos días música. Otros dos fútbol. Así transcurrió su infancia.

Su ritmo actual de entrenamientos y competición semiprofesional y sus continuos viajes a la Ciudad del Fútbol de Las Rozas ya no le permiten tanta dedicación a la música. Aún así, ensaya una vez a la semana con su ‘mestre’ Raúl Seguí. Allí toca una y otra vez su canción favorita: "Tanhauser". Casi un himno para su pueblo. Fue en una de esas clases cuando se enteró que habían sido elegidos para tocar en Mestalla el día del Real Madrid. Se le iluminaron los ojos. La lista de acreditados por el club es solo de 75 músicos, pero los menos futboleros de la banda le cedieron su sitio. Y así fue como ‘debutó’ en el viejo coliseum. No se puso las botas, pero cumplió otro sueño. Sacó brillo a su tuba y la hizo sonar como nunca. Primero tocó el ‘Amunt Valencia!’ desde el balcón del campo a la llegada del autobús. En el descansó bajó al césped para dar una vuelta al estadio que nunca olvidará. "Es impresionant!". Algunos compañeros del Juvenil, con pase anual del club, le fotografiaron desde la grada. "¡Ese Carlos ahí, grande!". Ellos le ven entrenar todos los días y saben mejor que nadie que Badal puede volver dentro de unos años a Mestalla. Y no precisamente para tocar la tuba. Para tocar el cielo. El primer equipo del Valencia.