El empate ante el Valladolid, otro partido no ganado como consecuencia de la pólvora mojada, la tensión emocional y la agonía de casi siempre: el Valencia CF. Un remate entre los tres palos, un gol. La genialidad de Rubén Alcaraz -aspirante a libre directo de la temporada- llevó el argumento al extremo y desató una reacción más poderosa que el gol de Piccini ante el Huesca. Rodrigo, José Luis Gayà, Santi Mina y José Luis GayàSanti MinaParejo -que no son cualquiera- salieron con todo para cerrar filas en torno a Marcelino. Tuvieron que hacerlo de palabra, obligados por otro empate sobre el césped, fuera de guión. Conscientes de la situación límite del míster y del viaje de la dupla Anil-Mateu a Singapur, el vestuario se esforzó al máximo en defender la continuidad del asturiano, su trabajo y la vida del vestuario como equipo. La puesta en escena del sábado, tremenda en fondo y forma, reclama ahora lo de siempre, lo más importante: acertar y ganar.

La Copa del Rey. El Sporting es un rival inferior en recursos pero con pedigrí, suma la ilusión que genera siempre la expectativa de remontada, añade el pase a cuartos y el factor Mestalla. «Jugamos en nuestro campo, con nuestra gente», reforzó Marcelino. La clasificación es el golpe moral que necesitan todos. Al menos, otro primer paso.

La conexión jugadores-entrenador-afición está latente. Cada valencianista lo vive a su manera y tiene sus razones para pronunciarse (en un sentido o en otro), pero no existe unanimidad al respecto. Las responsabilidades están muy repartidas y jornadas como la del Valladolid refuerzan la realidad que defiende el equipo: no es un problema de entrenador o de vestuario. Han habido rollos, pero ahora están fallando la puntería y los nervios acumulados. En un mundo ideal, el Valencia remontaría ante el Sporting, ganaría al Celta y así sucesivamente hasta recuperar la lógica y la confianza. El club es consciente del voto de confianza que ha concedido Mestalla y de que tiene una deuda emocional por saldar. Tampoco es cuestión de pintar la fachada de color rosa. La paciencia y el margen de confianza están sujetos a la ley del fútbol, implacable e igual para todos cuando la pelota no entra, en bucle.

Marcelino dosificará esfuerzos y mezclará titulares con meritorios, consciente de lo que toca el sábado en BalaídosLo tiene claro: «Tenemos dificultades para meter gol, pero sabemos que nos vale la victoria por la mínima». La portería de Jaume tiene que quedarse a cero. Al Sporting espera atacarlo con continuidad y decisión. El míster advierte sufrimiento... como sucedió ante los suplentes del Sporting en El Molinón. José Alberto formará con un once menos alternativo que en la ida. Nada resulta sencillo desde hace meses y sólo queda un camino. Toca aprovechar la ocasión.