El 12 de enero, con el equipo diez puntos por debajo del Sevilla FC, Marcelino estuvo a punto de renunciar públicamente a la cuarta plaza tras empatar con el Valladolid en Mestalla. «Es complicado, tendríamos que hacer una segunda vuelta brutal, es muy difícil, no podemos negar la obviedad», dijo el asturiano, cuya continuidad en ese momento -más allá de versiones oficiales- llegó a estar en entredicho a nivel interno. Fue un momento de debilidad, en caliente y fundamentado en el desajuste que observaba el técnico entre la cantidad y calidad del trabajo en el día a día, los merecimientos del equipo y los resultados obtenidos, una situación difícil de ajustar y cuya repetición en el tiempo, aquí y en todas partes, puede desgastar los equilibrios de una plantilla sembrando el germen de la descomposición. Dijo Marcelino que esa situación tan compleja no la había vivido nunca en su vida, ni como jugador ni como entrenador, y no era el único, porque de puertas hacia adentro -contra el estrés del entorno- todos tomaron parte por el entrenador. Aquella tarde frente al desánimo del míster salieron varios futbolistas a la zona mixta -Santi Mina, Rodrigo, Jaume Domènech y RodrigoParejo que fue mucho más que un postureo necesario ante la inminente visita de Anil Murthy y Mateu Alemany a Singapur. Fue mucho más que un gesto por evitar un mal mayor. Sabían lo que decían.

Las situaciones límite requieren movimientos atrevidos y el vestuario, consciente de lo que podía suceder atendiendo los errores del pasado, decidió dar un paso al frente y poner el pecho por su entrenador. Lo hizo por convicción, con la seguridad de que con margen y confianza el equipo iba a acabar saliendo adelante pese a que la temporada había comenzado torcida. No tiraron la toalla y casi tres meses después el Valencia CF está en una final -por primera vez en los últimos once años-, sigue vivo y con aspiraciones de llegar lejos en la Europa League, mientras que en LaLiga está llevando a cabo una escalada que invita a creer. La 'Operación Sorpasso' está en marcha. Y vaya si lo está. En las últimas diez jornadas de LaLiga, desde aquel episodio ante el Valladolid, el Valencia CF ha igualado a puntos al Sevilla (séptimo), está a uno del Alavés (quinto) y ha pasado de estar a 10 puntos de la cuarta plaza a quedar a solo tres y con un margen de 27 por disputar hasta final de curso, suficiente para alcanzar el objetivo. Pese a que no está todo hecho -el Valencia CF afronta ahora el esprint final, dos meses a todo tren- el equipo transmite síntomas de haber llegado con el depósito lleno a la hora de la verdad para conquistar todos sus objetivos. Echando la vista atrás -ante la pregunta de SUPER- en la cadena de jugadores fuertes del vestuario lo tienen claro: «Toda la temporada supimos que íbamos a acabar llegando arriba, tenemos un buen equipo y un buen entrenador, las cosas no nos estaban saliendo pero siempre hemos creído que íbamos a volver a ser un equipo firme». Con sus disfunciones, que las hay, pero el espíritu de este Valencia CF no se discute. Es una cuestión colectiva, por encima de nombres y eso se demuestra en el cambio de Guedes al descanso del partido en el Pizjuán: movimiento atrevido por parte de Marcelino y encajado de forma sana por el extremo de Benavente.

La cuarta plaza, más cerca que nunca

A lo largo de los últimos meses ha habido episodios clave, donde el equipo además de demostrar su capacidad para pelear hasta el último segundo ha reforzado su autoestima con fogonazos de adrinalina com oel gol de Piccini en el tiempo añadido contra el Huesca, las victorias 'in extremis' en Vigo y Girona, la goleada ante el Villarreal, el empate en el Camp Nou o los buenos resultados en las otras dos competiciones -Getafe, Betis, Krasnodar- pero si hay un episodio de ruptura, un 'click', ese llega cuando se toca fondo. Si uno analiza los partidos de la segunda vuelta de LaLiga -periodo en el que el Valencia CF únicamente ha perdido uno, frente al Alavés, en el mes de enero- el conjunto de Marcelino tiene el cuarto mejor registro (20 puntos) por detrás de Barça (26), BarçaMadrid. Una segunda vuelta de Champions que se sustenta en la capacidad defensiva del equipo, que ha mantenido la portería a cero en 6 de los últimos 10 partidos -frente al Villarreal, Real Sociedad, Espanyol, Athletic, Getafe y Sevilla- y que es el sexto equipo de las grandes ligas europeas que menos goles ha encajado a estas alturas -el PSG lleva 16, el Oporto 17, el Atlético y la Juve 19, el Leipzig 20, y el Valencia CF 23-, una circunstancia determinante y que lo impulsa hasta las posiciones europeas -la sexta plaza- por primera vez después de 29 jornadas disputadas en lo que va de campeonato. El equipo, de hecho, no había estado nunca tan cerca -a 3 puntos- de las posiciones Champions desde la tercera jornada de LaLiga. Ganar al Madrid este miércoles en Mestalla supondría la confirmación definitiva de que este equipo no solo está en la pelea sino de que tiene capacidad y personalidad suficiente para el asalto a una cuarta plaza de foto finish. El equipo se siente fuerte y preparado para dar el golpe tras ganar en Sevilla: «Es el momento».