El Valencia CF ha reforzado su Academia con una «eminencia» del fútbol formativo. Es esa la definición que hacen desde dentro del club del nuevo director de la escuela, Marco Otero. El técnico que aupó a la cantera del Basilea entre las diez mejores de Viejo Continente, el hispano-suizo que cautivó a Luis Aragonés en la Eurocopa de 2008. El políglota que se comunica en siete idiomas, el educador a tiempo completo que moldeó a jóvenes que hoy triunfan como Xherdan Shaqiri, Granit Xhaka, Lichtsteiner o Breel Embolo.

Marco Otero nació en el distrito 4 de Zúrich en 1974, hijo de trabajadores gallegos que como tantos otros habían emigrado a Suiza. Desde pequeño el hoy técnico del Valencia entró en contacto con el fútbol gracias a su padre. A los 10 años empezó a jugar en el Red Star y a los 16 era ya entrenador-jugador. La carrera precoz la combinó como estudiante disciplinado que se especializó en finanzas para uno de los grandes bancos del país, Bankverein. Sin embargo, a los 21, con una sólida formación económica y un puesto garantizado en la banca, la llamada del fútbol pudo con él. Marco dejó la oficina en favor del chándal, las botas y el balón.

Con menos de 25 años dio un paso más en sus inicios como técnico asistente: el español aceptó el reto de coordinar la cantera del Grasshopper, uno de los clubes más relevantes del rico país centroeuropeo. Reto Ziegler -lateral izquierdo que vistió más de 30 veces la elástica helvética- o Mdlen Petric fueron frutos que dieron las mejoras implantadas por el Grasshopper en materia de jóvenes talentos. Si bien, es Stephan Lichtsteiner el mejor exponente exportado por el Grass en aquella etapa de principios de siglo XXI. El trabajo fiel a un modelo y la cantidad de futbolistas en las categorías inferiores del equipo nacional provocaron que el Basilea le echara el ojo para su ambicioso proyecto.

De la mano de Gigi Oeri

En 2006 la filántropa multimillonaria Gigi Oeri alcanzó uno de sus sueños, presidir el FC Basel. La esposa del heredero del imperio farmacéutico Roche estuvo a los mandos entre 2006 y 2012. Hoy Gigi sigue financiando mediante su fundación un plan que perdurará durante décadas con el objetivo de alimentar al primer equipo con jugadores de base. Alrededor de tres millones anuales para que a los talentos en ciernes no les falte nada. De manera similar a Paterna, en su ciudad deportiva conviven desde prebenjamines hasta el sub-21 y el femenino. Lo hacen en modernas instalaciones y en una residencia dedicada a la élite. Ese poder, incomparable en el resto de rivales suizos, lo dirigió Marco Otero.

Por entonces, Gigi confía plenamente en el plan trazado por el técnico de origen español. Sus raíces le hacen implantar para los equipos de la escuela un estilo de juego basado en el buen trato al balón, pero impregnado de lo que ha aprendido desde su cuna en el corazón de Europa: dinamismo, transiciones rápidas y cuidado de los aspectos físicos con tal de marcar diferencias. No obstante, por encima de lo futbolístico está lo personal para un técnico dedicado en cuerpo y alma a la formación. El orden en los horarios y la alimentación, así como el aprendizaje de labores domésticas como planchar y cocinar pasan a ser tan importantes como la pelota en la cantera del Basilea con Otero al frente. Bien lo sabe, por ejemplo, Embolo, camerunés que en 2004 dejó junto a su madre su país con sólo siete años para probar fortuna en la ciudad suiza. El hoy delantero del Schalke se crió en la escuela del Basel. Fue como un hijo para un técnico que, ya fuera del club, insistía a Murat Yakin para que lo hiciera debutar. Y cuando lo consiguió Embolo le dedicó su primer gol. "Gracias, señor Otero", le escribió en un mensaje de texto.

Una vez que Gigi Oeri se había marchado, la sintonía con los mandos no fue igual y Marco regresó al Grasshopper. Lo hizo con una lista de servicios en la que sobresalen canteranos en el Basilea que poco después se exhibiría en la Champions mientras dominaba la liga: Shaqiri, Xhaka o los hermanos Ajeti. Entre 2012 y 2014 los Grass Boys se comieron a los chicos del Basel en categorías inferiores. Merced a la generación del 99, las inferiores de la selección pasaron a tener de siete u ocho jugadores del Grasshopper a casi 30. Nueve había en el grupo cadete que goleó a la España entrenada por Celades.

La capacidad con los idiomas -habla inglés, francés, español, alemán, gallego, catalán y suizo-alemán- y su poder comunicador para fomentar la unión bajo un sentimiento de club movieron a Yakin a contar con Otero como segundo técnico en el Spartak de Moscú y hasta hace unas semanas en el Sion. "Nuestro trabajo consiste en hacer entender un equipo a partir de los valores de una región. Integrar los valores que los chicos traen del extranjero u otras partes del país da una fuerza extra al club. Es algo muy rico", explicó Marco Otero a la televisión suiza el pasado marzo. Esa sentimiento de pertenencia provocó que en los años dorados del Basilea jóvenes jugadores y sus familias dijeran "no" a suculentas ofertas procedentes de la Premier.Cautivó a Luis Aragonés

Al frente de la cantera del St. Gallen, entre 2015 y 2018, Otero mantuvo su costumbres y un minucioso control de todos los aspectos que rodean al jugador. De forma cercana, mantiene un contacto natural con el futbolista y todo su entorno. Esa empatía conquistó a la 'Roja' que en 2008 se proclamó campeona de Europa en Austria-Suiza. Allí estuvo como delegado UEFA con España, y su marca trascendió más allá desde que conoció al grupo en el amistoso de Elx. Otero dio con el cirujano que le fabricó un yeso especial a Villa para proteger un dedo lesionado en el primer partido. Después de ganar 4-1 a Rusia, acabada la cena, Aragonés lo juntó con el resto de técnicos. El análisis realista y certero del duelo -"hemos sido efectivos, pero no fue un gran partido"- encantó a Luis, que pasó a contar con él como un técnico más en las charlas técnicas de los campeones. Los jugadores obligaron a Marco a cancelar su billete de regreso a casa para que participara en las celebraciones en Madrid y hasta Aragonés le propuso aventurarse con él en la experiencia turca del Fenerbahçe... Esta es la historia de Marco Otero, un preparado 'todoterreno' al que han tentado grandes clubes de la Bundesliga, entre ellos, el Stuttgart.