Deforestación

La mitad de la selva amazónica ya está destruida o degradada

La Amazonía se dirige hacia el colapso, concluye un estudio científico

La selva amazónica, al borde del colapso

La selva amazónica, al borde del colapso / Getty Images

Ramón Díaz

Ramón Díaz

"La Amazonía es un punto crítico de biodiversidad amenazado por la conversión de tierras en curso y el cambio climático". Es la primera frase de un informe que alerta sobre la "verdadera" situación de una de las zonas de mayor importancia ambiental y ecológica del planeta. La conclusión es dramática: "Más de la mitad de la selva amazónica está destruida o degradada". El futuro asusta a los científicos, que exigen detener ya las "perturbaciones antropogénicas" para evitar el colapso de uno de los últimos "santuarios ambientales" de la Tierra.

La selva amazónica pierde entre 50 y 200 millones de toneladas de carbono al año debido a la degradación, según una investigación publicada en la revista ‘Science’. Los investigadores resaltan que hasta ahora se habían estudiado, principalmente, los efectos de la deforestación, pero hay otros impactos que también están destruyendo la Amazonía.

La degradación está provocada por la extracción de madera (en muchos casos ilegal y en buena parte para conseguir terrenos agrícolas), pero también por los incendios y las sequías extremas (intensificadas por el cambio climático inducido por el ser humano), así el denominado ‘efecto borde’, que se refiere a los cambios que se registran en las áreas adyacentes a las zonas deforestadas.

El área degradada suma ya alrededor de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, lo que supone casi cinco veces la superficie de España y el 38% de la Amazonía. Mientras tanto, la tierra deforestada se extiende por 1,1 millones de kilómetros cuadrados, dos veces España y el 17% de la región.

Todo ello sugiere que más de la mitad del bosque amazónico (el 55% del total) ha sido ya destruido o perturbado, según los investigadores.

Cambios provocados por el ser humano

"Los cambios antropogénicos están ocurriendo mucho más rápido que los ambientales naturales del pasado", alertan los científicos, que destacan que la deforestación ha sido ampliamente documentada en la Amazonía, mientras que no lo ha sido tanto la degradación, que también está teniendo "un gran impacto en la biodiversidad y el almacenamiento de carbono".

Terreno deforestado de la selva amazónica.

Terreno deforestado de la selva amazónica. / Felipe Werneck

"La mayoría de los análisis del cambio en el uso de la tierra y la cobertura de la selva amazónica se han centrado en las causas y los efectos de la deforestación", apuntan. "Sin embargo, las perturbaciones antropogénicas provocan la degradación de la selva amazónica restante y amenazan su futuro", añaden.

Las sequías extremas, por ejemplo, se han intensificado por el cambio climático inducido por el ser humano. El estudio sintetiza el conocimiento sobre las perturbaciones que conducen a la degradación de la selva amazónica, incluidas sus causas e impactos, sus posibles extensiones futuras y algunas de las intervenciones necesarias para frenarlas.

"Las perturbaciones pueden provocar tanta pérdida de biodiversidad como la deforestación, y los bosques degradados por el fuego y la extracción de madera pueden tener una reducción de hasta el 34% en la evapotranspiración durante la estación seca y causar una pérdida de biodiversidad tan grande como la deforestación en paisajes modificados por el ser humano, generando cargas socioeconómicas desiguales, principalmente para los habitantes de la selva", resalta el informe.

La expansión agrícola y la demanda de madera, que aparecen como principales impulsores de las perturbaciones, "generan beneficios materiales para un grupo restringido de actores regionales y globales, mientras que las cargas se extienden a través de una amplia gama de escalas y grupos sociales que van desde los habitantes de los bosques cercanos hasta los residentes urbanos de países andinos", denuncian los científicos.

Propiciar un modelo de "bosque inteligente"

Lo más grave es que las proyecciones para 2050 indican que las cuatro perturbaciones principales seguirán siendo "una gran amenaza y fuente de flujos de carbono a la atmósfera, independientemente de las trayectorias de deforestación".

Los autores apuntan que algunas perturbaciones, como los efectos de borde, pueden abordarse frenando la deforestación. Pero otras, como limitar el aumento de las sequías extremas, requieren "medidas adicionales, incluidos esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero".

Visión general de los procesos de degradación de los bosques tropicales en la Amazonía.

Visión general de los procesos de degradación de los bosques tropicales en la Amazonía. / Alex Argozino / Studio Argozino

Frenar la degradación también requerirá "comprometerse con el conjunto de actores que la promueven, haciendo operativo el monitoreo efectivo de las diferentes perturbaciones (utilizando imágenes satelitales combinadas con escaneo láser de superficie) y refinando los marcos de políticas como REDD+", que persigue la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debidas a la deforestación y degradación y el manejo forestal sostenible.

"Las políticas para abordar la degradación deben integrarse con los esfuerzos para frenar la deforestación y complementarse con medidas innovadoras que aborden las perturbaciones que degradan la selva amazónica", concluyen los autores.

Porque el aumento a la par de la degradación y la deforestación implica un riesgo de acelerar un círculo vicioso en el que el aumento de carbono en la atmósfera reduzca las precipitaciones.

De hecho, los autores ya advierten un cambio en la vegetación del Amazonas: los árboles propios de climas húmedos están desapareciendo, en favor de especies resistentes a los climas secos.

"Salvo que se registre un inmediato cambio de tendencia, en 15 años el Amazonas emitirá mucho más CO2 del que absorba", alertan los investigadores, que recomiendan un modelo de "bosque inteligente", mediante la instalación de dispositivos para monitorear la degradación, especialmente la extracción selectiva de madera.

Estudio de referencia: https://www.science.org/doi/10.1126/science.abp8622

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