«¡Estáis perdonados!». Las empleadas de la limpieza del hotel Valencia Palace SH, donde se hospeda el equipo cada vez que juega en Mestalla, pasaron de las caras de pocos amigos a las sonrisas de complicidad cuando vieron cómo Jonas y Tino celebraban el primero de los siete goles al Genk. «Qué están haciendo con las manos?», nos preguntábamos todos en medio del partido. Sólo sus compañeros y ellas, las pacientes limpiadoras del hotel, lo sabían. Era el gesto y la dedicatoria con la que el brasileño y el argentino quisieron pedir perdón por la travesura que habían hecho horas antes en las habitaciones del hotel. Y es que fue allí donde se gestó el primero de los goles al Genk. Era la divertida conjura del extintor.

Sólo es una anécdota, pero demuestra la unión que existe en el vestuario del Valencia. La misma conexión que luego se trasladaría al césped entre Tino Costa y Jonas para abrir el marcador ante los belgas. Todo empezó por la mañana en los pasillos del hotel. Jonas y Diego Alves visitaron la habitación de Tino y Piatti con ganas de bromear. Lo que no sabían los brasileños es que la venganza de los argentinos iba a ser peor. El particular Brasil-Argentina del vestuario del Valencia había empezado. Pocos minutos después, Tino y Piatti contraatacaban. «Todo era una broma entre Diego, Tino, Piatti y yo. Diego y yo fuimos a la habitación de Tino y Piatti. Hicimos muchas cosas ahí... y luego vinieron Tino y Piatti a nuestra habitación con el extintor...» Tino cogió en mano el ´arma del delito´ y rociaron de polvo blanco extintor toda la habitación ante el asombro y las risas de los brasileños. Aquel gesto con el que el Tino utilizaba el extintor era el que horas más tarde iba a convertirse en el de la celebración del primer gol de los siete que recibió el Genk en Mestalla. Los cuatro se morían de risa. Pero, la travesura no le hizo tanta gracia a las limpiadoras del hotel. «Las camareras estaban cabreadas con nosotros», recordaba Jonas. No les faltaba razón. La habitación estaba hecha una pena. Como castigo les iba a tocar limpiar. ¡Se lo merecían! «Luego tuvimos que limpiarlo todo. ¡Una hora estuvimos limpiando! Lo limpiamos y ya está. Las camareras estaban muy bravas...», insistía el brasileño. A Tino, Piatti, Jonas y Diego les tocó cambiar el balón de fútbol por los trapos de limpieza sesenta minutos. Habían ensuciado la habitación y debían ser justos pagándolo. Fue entre trapos y mochos como se les ocurrió recrear la celebración en el campo. «Quedamos en que si marcábamos podíamos hacer ese gesto. Lo coordinamos cuando estábamos llegando al estadio». Era el pacto de paz al que habían llegado Tino y Jonas. Una divertida forma de recordar la ´guerra´ de las habitaciones y pedir perdón a las limpiadoras. El gol tenía una dedicatoria especial para los empleados del hotel. Muchos de ellos recordaban la anécdota ojeando los periódicos y reconociendo la escena en las fotografías. El 7-0 y el perdón de Tino y Jonas les devolvió la sonrisa. Los cuatro estaban perdonados... ¡pero que no se repita!