El Valencia tiene una necesidad evidente de pasar por el herrero para volver a fabricarse una coraza que lo proteja de puñaladas como las que ha recibido esta temporada. Le han hecho pupa. No me refiero a la portería, claro, porque los guardianes han elevado su rendimiento muy por encima del resto de la plantilla. Suso lleva meses moviéndose con la maldita limitación del recorte presupuestario y del fair play financiero. Veremos qué trae o qué puede traer.

Si nos centramos en el eje de la defensa, la plantilla necesita dos centrales. Uno que forme al lado de Mustafi en lugar del decepcionante Abdennour y otro que sustituya a Aderllan Santos. A Vezo me lo quedaría, pienso que se le puede sacar provecho bien de cuarto central bien de lateral derecho de urgencia. No molesta, porque en el flanco diestro, con la pareja Cancelo-Barragán, el equipo cojea. Sería aconsejable otro lateral para competir con Cancelo. ¡Ups! y acabo de acordarme de Orban. Su primera temporada fue un espejismo. No hay otra explicación al cambio tan brusco a peor que ha experimentado, primero en Mestalla y luego en Orriols. Otro que está en el disparadero. Su campaña, un fiasco.

El Valencia está en manos del mercado. Sacará al jugador por el que llegue una buena oferta, sea prescindible o imprescindible, excepto que Suso saque petróleo de los descartes y pueda mantener en plantilla a gente como André, Cancelo o Mustafi, que están pendientes del dinero que sus pretendientes oferten por ellos. Ya que preguntas, al alemán no lo vendería. Eso sí, recuerdo mi teoría de que no hay nadie imprescindible a cambio de un buen pellizco. Y hoy, Mustafi, revalorizado por el gol con la Mannschaft frente a Ucrania, ya está en el visor de diferentes equipos premier e italianos. Ofertas van a llegar y el Valencia no sé si va a poder mantenerse firme. Salvo ofertón, yo lo retendría. Y trabajaría en sacar a Abdennour, Aderllan y Orban. Mustafi todavía tiene margen de mejora, en juego y en jerarquía, pero a su lado le pondría un central de más peso. Este año ha pagado la ausencia de Otamendi. Ha querido llegar donde llegaba el argentino y ha llegado, pero tarde. Ha patinado como líder de la defensa, preso de la precipitación y de medir mal en la mayoría de ocasiones. Esa función era para Abdennour, pagado a precio de oro, para ser el nuevo macho alfa de la zaga. Mustafi pronto se dio cuenta de que el tunecino no iba a ejercer la misma función que Otamendi y quiso hacerlo él. Su intención es loable, pero se equivocó. Tampoco es, todavía, ese central líder y poderoso. Pero puede llegar a serlo o, en todo caso, siempre será un secundario perfecto al lado de un cacique. En esa contratación tiene que centrarse también Suso.

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