Se llama Daniel Castellanos Senent, es de Benimaclet, tiene 27 años, es técnico titulado nivel III UEFA PRO y está viviendo una experiencia única. Hace tres meses, a través de un representante de futbolistas, recibió una oferta para irse a China, pero lejos de lo que sucede con las grandes estrellas o los técnicos de prestigio que viajan al gigante asiático para ganar cantidades ingentes de dinero, el ofrecimiento que él recibió era para coordinar a los técnicos como director de metodología de una escuela de futbol base, formarlos y a la vez entrenar a varios de sus equipos.

Aceptó el ofrecimiento y su destino, a finales de septiembre, fue Shenzhen, una ciudad que Dani admite que no sabía «ni dónde estaba» hasta que se le abrió la posibilidad de ir. Apenas lleva tres meses allí, en una urbe muy próxima Hong Kong con 15 millones de habitantes, trabajando ocho horas diarias en su club, el Shenzhen Yangguang Zhongxin Football Club, por un salario de 12.000 renminbis, el equivalente a 1.600 euros. No es un mal sueldo, pero dista mucho de las cantidades astronómicas que la gente asocia en la actualidad al fútbol chino. De hecho lo que él está viviendo en cierta medida es la cara B, lo que no se conoce de la aventura china.

Allí forma a diario a un total de quince técnicos locales a los que instruye en metodología. Se comunica con ellos en inglés, si bien está siempre flanqueado por una traductora local que tiene ligeras nociones de castellano y que transmite con exactitud las directrices a los jóvenes entrenadores. Firmó un año de contrato y en sus primeras semanas allí ya ha podido comprobar que las cosas son muy diferentes: «En España cuando un niño chuta y le da al palo se lamenta por lo cerca que ha estado del gol, pero aquí se ríen, les hace gracia… Además, los padres al principio se metían en medio de las tareas de los entrenamientos para hacer fotos y videos de los niños sin ningún pudor y subirlas a redes sociales, hasta que les dejamos claro que eso no podía ser».

Socialmente, Dani, que reside en un inmueble alquilado en la décimo sexta planta de un edificio con 28 alturas, admite las dificultades: «La diferencia horaria, siete horas por delante del horario peninsular español, unida a las restricciones con Internet que son toda una odisea, porque te toca pelear contra la VPN, hacen que se dificulte la comunicación. Facetime o Skype son algunas opciones, pero lo más frecuente aquí es una aplicación llamada Wechat, que es la que más utilizo». La polución en la ciudad apenas posibilita la visibilidad desde las ventanas de su apartamento y una de las cosas que más le han llamado la atención es el tráfico, caótico: «Los coches circulan sin coherencia, tocan el claxon en todo momento, las motos van por encima de la acera...».

Esta temporada Dani se había comprometido ya para entrenar en Caxton College (anteriormente lo había hecho en las inferiores del Levante, entre otros), pero explica que para él la oferta era irrechazable: «No pude rechazarlo a nivel deportivo, educativo y laboral. Pensaba que mi madre se lo iba a tomar peor, pero me apoyó desde el primer momento. En mi familia sabían lo importante que podía ser para mí esta experiencia y mi pareja me dio fuerzas para asumir el reto. Creo que ella tiene gran parte de culpa de que yo esté aquí ahora».

Dani está 10.345,5 km de distancia de su casa para intentar progresar en el mundo del futbol... y este año se queda sin navidades. Será a final de enero cuando los chinos celebren su año nuevo y él aproveche unos días libres para venir, pero ahora allí no celebran nada: «Estoy intentando amoldarme a las costumbres. Todo es diferente, la comida que toda pica, el carácter, todo... es otro planeta. Creo que estoy viviendo la China profunda. Notas las miradas de extraños, te hacen peticiones de fotos simplemente por ser diferente... y se hace duro estar solo y no poder comunicarte. Los chinos son reacios a relacionarse con los extranjeros de clase baja a los que denominan de forma despectiva ‘laowais’. Cuando uno sale de su zona de confort cuesta, pero con trabajo y constancia todo sale adelante...».Ya ha cosechado su primer título

A pequeña escala, Dani ya sabe lo que es ganar un título con su equipo sub-12. Se proclamó campeón de la Liga de Colegios de Ningbó, ciudad a la que se desplazaron en avión debido a las largas distancias. El recibimiento en el aeropuerto de Shenzhen, a su vuelta, con flores y hasta una pancarta de los aficionados, hizo que la gesta tuviese cabida en la prensa escrita local con varios reportajes y entrevistas, muestra inequívoca de la fuerza emergente del fútbol en el país asiático.