El problema -o no- de que hayan pasado casi tres meses desde que se jugaron las semifinales de la Copa es que los análisis, cálculos y previsiones que se podían hacer entonces seguramente no sirvan ahora para nada. El que parecía claro favorito aquel 28 de febrero en que se conocieron los dos protagonistas de esta final, que era obviamente el Barcelona porque le había pasado por encima al Madrid, podría ser ahora todavía más favorito pero quizá no, porque en tres meses pasan muchas cosas. Quién le iba a decir entonces al aficionado del Valencia que el Barça. O que su equipo, noveno clasificado en La Liga aquel día de la victoria sobre el Betis, llegaría a este 25 de mayo clasificado para la Champions League y con las mejores vibraciones que ha tenido en toda la temporada. La presión en ese partido, y eso no quiere decir que el Valencia CF y es mala compañera para jugar una final. Eso es algo que el equipo de Marcelino ha de manejar con habilidad. Las finales se ganan.

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