Los diez años de Morales

El Comandante cumple una década desde que firmó por el filial procedente del Fuenlabrada.

Morales, en la celebración de uno de sus tantos en Vitoria

Morales, en la celebración de uno de sus tantos en Vitoria / EFE

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Morales aterrizó en el Levante casi de puntillas tras curtirse por distintos equipos de la Comunidad de Madrid. Comenzó desenvolviéndose en el parqué a los seis años, pero a los ocho dio el salto al césped para iniciar un arduo camino hacia la élite. Aspiración que tuvo clara desde que mantiene uso de razón. «Siempre pensaba en fútbol. Desde pequeño, lo único que quería era balones para pegarle patadas. No le gustaba otra cosa que sus botas y su pelota», aseguró su padre, Pepe Morales, ante la llamada telefónica de SUPER.

Su llegada al club levantinista fue una oportunidad que no quiso dejar escapar tras los múltiples sacrificios que abordó para alcanzar su sueño. Sin estridencias, de manera discreta y con el único plan de reforzar al filial. No obstante, nadie predijo el futuro que brindaría el madrileño como granota. Diez años más tarde de su llegada a la factoría de Buñol, Morales sopla las velas de su décimo aniversario con la etiqueta de leyenda, como símbolo del club y siendo referente para una afición que le idolatra sin condiciones. Un ‘11’ para la historia que todavía no ha dicho la última palabra.

Algunos de los mejores momentos de Morales en sus 10 años como granota

Algunos de los mejores momentos de Morales en sus 10 años como granota / SD

‘El Comandante’, sin embargo, llegó a València de casualidad. Juan Luis Mora, miembro de la secretaría técnica y gran conocedor del producto que existe en Segunda B, acudió a Fuenlabrada en busca de un central, pero se encontró con un Morales que no pasó por alto en sus labores de scouting. «Viendo las necesidades del equipo estuve en varios campos buscando a un central. En ese partido en el que vi a Morales fue quien me llamó la atención. Como es ahora lo era en Tercera División. Velocidad, zancada, cambios de ritmo, regates en carrera… Cogía el balón casi en su campo y llegaba a línea de fondo. Él, en vez de finalizar, pasaba atrás y su equipo marcaba. Después, las referencias sobre su entorno fueron muy positivas», comentó Mora a Superdeporte, además de trasladar que «hubo dudas del club porque no era sub23, pero comenté que era un jugador con proyección y que iba a ser productivo, que había que firmarlo sí o sí».

Momento determinante

No en vano, Morales, tras dos años de sensaciones en fase ascendente, logró la madurez a 634 kilómetros de Buñol. En Éibar no solo pasó a la posteridad por ser artífice de conseguir un ascenso inédito a Primera División, sino por ser uno de los principales culpables de que el conjunto armero tocase la máxima categoría del fútbol español en su historia. «Fue muy importante. Era determinante junto a Jota Peleteiro. Jugó todo el año en banda izquierda y a veces de delantero, como hace a día de hoy en el Levante. Era un arma increíble. Fue el año de su madurez pese a sus 26 años. Dio el salto, en un sitio donde había que trabajar mucho», explicó a Raúl Albentosa, central del Dinamo de Bucarest que compartió vestuario con ‘El Comandante’ mientras militó en la SD Eibar, a este diario. Un año a préstamo que, además de servirle para vivir el fútbol profesional de cerca, fue la antesala de su explosión futbolística. En el curso posterior fue un recurso de gran utilidad, pero a partir de la temporada en la que el Levante descendió a Segunda División, se convirtió en indiscutible. Tanto, que actualmente, además de capitán, es un icono en Orriols. No solo desde fuera, sino también desde dentro.

Fue el año de su madurez pese a sus 26 años. Dio el salto, en un sitio donde había que trabajar mucho

Raúl Albentosa

— Central del Dinamo de Bucarest

«Es una persona que se desvive por el club y por el vestuario, muchas veces, por encima de sus propios intereses. Moralmente va por delante a lo que le pueda beneficiar en un momento concreto», comentó Koke Vegas atendiendo la llamada de este periódico, además de reconocer cómo es en las distancias cortas. «No te va a regalar nunca ni las palabras ni las bromas. Cuando más te quiere más te ‘putea’. Todo desde el buen rollo. Pero también se preocupa cuando las cosas no van bien. Si estás mal él es el que va a estar ahí para que crezcas», dijo el meta, quien, también, comentó que su actitud es inalterable más allá del ritmo competitivo y de la vorágine de los partidos.

El propio Koke, aparte de deshacerse en elogios del que considera un hermano, deslizó lo que Morales refleja de manera regular. Para el ‘11’, el Levante, al igual que València, es su casa. Un amor incondicional entre club y jugador, y un estado de bienestar que hubiera sido inconcebible sin el esfuerzo de su familia. «Yo he madrugado más yendo a acompañarle a partidos de fútbol que para ir a trabajar», bromeó Pepe, su padre, al igual que mostró orgullo por su hijo. «Me siento muy orgulloso de haberle hecho creer que si él trabajaba iba a llegar. Eso es muy grande. Ver a un niño que empezó de la nada y que ha llegado hasta donde ha llegado no es fácil», se sinceró, al igual que Justa Nogales, su madre, al comentar que su descendiente «le prometió que iba a vivir del fútbol». Diez años después de su llegada al Levante, además de cumplir su palabra, ‘El Comandante’ ya es una leyenda. El 1 de julio siempre será una fecha con especial significado.