El Levante asume que su destino es Segunda (2-4)

Nabil Fekir por partida doble, Edgar González y William Carvalho superaron el doblete de Dani Gómez

Cárdenas reacciona a un gol del Betis

Cárdenas reacciona a un gol del Betis / Francisco Calabuig

Rafa Esteve

Rafa Esteve

El Levante navega entre un cúmulo de sensaciones que desembocan hacia la situación que vive a día de hoy. El Betis fue el claro reflejo de su insostenible realidad, ya que, pese al ímpetu que puso en los primeros compases de partido y lo cerca que estuvieron del gol, en cincuenta minutos desmanteló a un conjunto granota cada vez más deprimido y desahuciado. Nabil Fekir por partida doble, Edgar González y William Carvalho fueron los encargados de zarandear a un equipo cuyo milagro por permanecer en la élite del fútbol español se convierte en una fantasía inalcanzable. Dani Gómez, en medio de la crispación y malestar que se generó en un Ciutat de València indignado, le puso picante a un partido visto para sentencia antes de que Jaime Latre señalase el final de la primera parte y que cogió emoción con su doblete, pero ni las dos dianas del '21' impulsaron a un cuadro aturdido de tantos golpes. Con Felipe Miñambres en el palco, y siendo testigo del desafío de gran envergadura al que se enfrenta, el Levante define, independientemente de su voluntad, su próximo destino con una nueva y dolorosa derrota en su casillero: Segunda División.

Pese a ello, Alessio Lisci lo intentó modificando y dándole una vuelta de tuerca a su alineación. Y aunque los once elegidos mostraron ganas e intimidación hacia la meta rival, Fekir no tuvo piedad en abrir el marcador a su favor al cuarto de hora de partido, en una acción que, indirectamente, mostró cuál es el punto en el que se encuentra un Levante al que no le sale absolutamente nada. El '8', después de avanzar varios metros desde el centro del campo, ejecutó un lanzamiento que, tras impactar en la lumbar de Miramón, se desvió hacia el lado contrario y acabó en el fondo de la red. Morales, activo desde el primer instante, pero diluyéndose con el transcurso del tiempo, dio señas de peligro cinco minutos más tarde mediante un disparo de falta directa que obligó a Rui Silva a estirarse para impedir el empate. Sin embargo, fue un espejismo. A la media hora, Edgar González tuvo vía libre, ante la pasividad de la defensa, de engordar el luminoso tras, en un puesto desde la esquina por Nabil Fekir, recoger un travesaño de Pezzella. Del mismo escenario se vio beneficiado William Carvalho, quien después de recibir un cuero de Tello, tuvo todo el tiempo del mundo para perfilarse, acomodarse el balón y, desde la frontal, mandar a guardar el 0-3 en el cuarenta.

El marcador agotó la paciencia de un Ciutat de València que vio cómo, en un abrir y cerrar de ojos, pasó del furor, la frustración y la rabia a la esperanza, aunque fuera mínimamente. Dani Gómez, una de las novedades del técnico italiano, cazó en el área pequeña un envío de De Frutos poco antes del descanso. Y al poco de la reanudación, los mismos protagonistas que recortaron diferencias le pusieron emoción al choque en clave granota. Jorge De Frutos asistió y Dani Gómez, pese a la intervención de Rui Silva, machacó con rabia y a portería vacía un 2-3 fugaz, ya que Nabil Fekir volvió a aparecer para fiasco local. Sin la fortuna que aprovechó en su primer gol, pero con la clase que atesora. Sutil y sin piedad, de falta directa y con un guante de seda que quitó las telarañas de la meta defendida por un Cárdenas que, pese a su estirada, no fue capaz de parar el lanzamiento.

Desde entonces, el encuentro se convirtió en un contexto en el que el Levante, más por vergüenza que por convicción, se acercó a la meta verdiblanca a fogonazos y sin una hoja de ruta definida. No en vano, el Betis, generoso al no querer echar más sal a las heridas, se limitó a actuar sobre el verde según la desorientación del conjunto de Alessio Lisci, aturdido después de sufrir el enésimo revés de la temporada y con el crédito en reserva. Para más inri, Soldado volvió a las andadas siendo expulsado por una entrada a Carvalho tras entrar en el campo en la segunda mitad. Una caricatura de equipo, donde la pena es su mayor virtud y cuyo desenlace, dramático en su totalidad, será un descenso.