Toque de atención en Huesca (3-0)

El Levante corta su racha de imbatibilidad sucumbiendo en El Alcoraz. El equipo de Javi Calleja, que fue de más a menos, terminó mostrando su peor cara y siendo más vulnerable que nunca

Joni pugna un balón con Pulido.

Joni pugna un balón con Pulido. / LALIGA

Rafa Esteve

Rafa Esteve

La cifra de 20 partidos sin caer derrotado no es una estadística que pase desapercibida. Es un dato sobre el que imprimir respeto entre los adversarios de la categoría de plata del fútbol español, aunque la igualdad de la que siempre ha presumido da a entender, por naturalidad, que tarde o temprano finalizaría. El Levante, en una nube constante desde que aterrizó Calleja en el ecosistema del Ciutat de València, volvió a la realidad de la Segunda División con un manotazo en toda regla. El Alcoraz, para bien o para mal, será recordado como es escenario en el que el conjunto levantinista cortó una dinámica de casi una vuelta sin perder. Además, con una goleada de las que duelen, en un partido donde, a pesar de que el Levante mostró su mejor cara en los compases iniciales, terminó sucumbiendo frente al Huesca (3-0). Florian Miguel, Pulido y Juan Carlos provocaron la caída de los de Javi Calleja de los puestos de ascenso directo a Primera División, a través de una derrota que abre los ojos en Orriols. Subir a la élite no será una tarea sencilla y requerirá dar lo máximo en cada uno de los encuentros que resten de competición.

El estado del equipo, notable hasta la fecha y en crecimiento constante, invitó a presagiar un nuevo golpe de autoridad sobre la mesa del ascenso. El Alcoraz, plaza complicada en la categoría de plata, no alteró la mentalidad de un Levante que salió en tromba. El ritmo que imprimieron fue elevado. Propuso, insistió y arrinconó a su adversario, sobre todo, en la primera media hora de encuentro. Si parpadeabas, perdías el hilo de las múltiples intentonas de los de Javi Calleja, donde Joni Montiel, el más inspirado en ataque, trazó las ofensivas con Pablo Martínez y De Frutos, los más activos en el momento de buscarle las cosquillas a Andrés Fernández. El arquero oscense, de hecho, mantuvo con vida al Huesca, y fue el principal artífice de que su conjunto no bajase los brazos y buscase su momento para hacer daño. Después de un remate con la cabeza de Álex Muñoz y un lanzamiento de Joni Montiel que se marchó a pocos centímetros, el meta se estiró para imposibilitar el gol de Pablo Martínez, que con un disparo desde lejos, exigió a Andrés Fernández. Y pocos minutos antes de que finalizase el primer asalto, sacó la mano abajo para que De Frutos no superase la línea de gol.

El Levante fue altamente superior a su rival, pero no materializar todas sus embestidas pasó factura. El Huesca, con el transcurso de los minutos, cogió vida. Sin hacer ruido, pero avanzando de manera paulatina y aprovechando sus instantes para terminar de hacer daño. Obeng, aprovechando una mala cesión de Son a Róber Pier, mandó el cuero al lateral de la red, pero minutos después, el Huesca fue capaz de ponerse por delante en el marcador para iniciar la que fue una auténtica condena.

A balón parado encontró el conjunto de Ziganda su vía para alcanzar la victoria. Florian Miguel, de cabeza, superó a Dani Cárdenas tras cazar una falta lateral de Óscar Sielva. La diana llegó antes del descanso y supuso un antes y un después en el desarrollo del encuentro, ya que el Levante dejó de comparecer en El Alcoraz. La intensidad con la que salió al terreno de juego no tuvo nada que ver con su regreso de vestuarios. No solo no encontró el camino para reaccionar, sino que se desdibujó por completo. Incluso, quedó desubicado, tal y como mostró cuando encajó el segundo gol. Pulido, sin ningún rival a su alrededor, remató prácticamente a placer una pelota botada desde la esquina. Nadie defendió al primer palo y Dani Cárdenas tampoco salió para hacerse con los dominios de la posesión del cuero. El 3-0 definitivo, obra de Juan Carlos tras un centro de Ratiu, terminó siendo anecdótico, al igual que un toque de atención para un Levante que, después de sentirse imparable, no solo mostró su versión más vulnerable en Huesca, sino que cayó de la nube. Apretó en los últimos minutos y Bouldini, tras toparse con el larguero, se quedó cerca de recortar diferencias, pero fue insuficiente. El ascenso a la élite, nuevamente, entra en una tesitura de máxima exigencia tras perder la segunda posición