El penalti de la controversia

La decisión de Hernández Maeso en señalar el penalti con el que le quitaron al Levante el ascenso de sus manos entró de lleno en las páginas más dramáticas y crueles en la historia del club. A solo un par de segundos, una acción tan involuntaria como dudosa se tradujo en un veredicto que nadie llegó a imaginarse. Sin embargo, el árbitro principal fue testigo en primera persona de la acción y nunca tuvo la intención de señalizarlo. De hecho, paró el encuentro debido a las protestas descontroladas de Antonio Sivera y no por la intervención del VAR en la jugada que terminó siendo condenada minutos después. 

Desde que Hernández Maeso detuvo la circulación del balón, y pese a la presión de los futbolistas del Alavés en indicar una infracción que, según su interpretación, no tuvo que ser castigada, finalmente lo indicó. Es más, según pudo saber Superdeporte, el perteneciente al colegio extremeño llegó a tranquilizar a los jugadores del Levante, trasmitiéndoles que su siguiente decisión sería la de concluir la vuelta de la final de la promoción de ascenso a Primera División. Pese a ello, y ante la incredulidad de los que se situaron detrás del banquillo del Alavés, el cuarto árbitro, según testimonios de los que estuvieron encima de la banqueta visitante, le comunicó que fuese al VAR y viese el penalti. 

Cuatro minutos después de la acción, la interpretación y el criterio de Hernández Maeso se vieron trastocados al señalar un penalti que, tras ser testigo de la jugada en primerísima persona, no quiso señalizar en primera instancia. Pese a que Róber Pier no vio el balón, y antes de que impactase en su brazo, su cadera desvió la trayectoria del esférico, la pena máxima fue indicada ante la incredulidad y el miedo máximo de un Ciutat de València que nunca olvidará lo ocurrido.