REPORTAJE

«Por el Levante hago lo que sea»

Vicente sale esta noche hacia Bilbao para retomar su rutina de acompañar siempre a su equipo pese a su ceguera. Su esfuerzo bien merece que se cumpla su ilusión: «tengo ganas de hacer un saque de honor»

Vicente, posando ante las cámaras de SUPER.

Vicente, posando ante las cámaras de SUPER. / GERMÁN CABALLERO

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Vicente Fernández Escolano vive cada día como si fuera el último. Sin freno, sin limitaciones e impulsado por el equipo de su corazón. Ilustre e incondicional aficionado granota, cogerá a las 22:55 un bus rumbo a Bilbao y llegará a la ciudad vasca mañana a primera hora para ver al Levante debutar contra el Amorebieta en su estreno en la temporada 2023/2024. Su desplazamiento al norte de España no se debe a un caso de carácter puntual, sino que da inicio a su rutina habitual como fiel seguidor del conjunto levantinista. Invidente desde pequeño, como consecuencia de una inyección de plasma que terminó desembocando en la ceguera que padece, Vicente es un símbolo de lucha y de que nada es imposible. Su sacrificio para estar junto a su Levante en cada encuentro a domicilio no tiene límites. «Me gusta mucho el fútbol y al Levante le tengo un cariño enorme. Es mi pasión. Por el Levante hago lo que sea», dijo Vicente en SUPER.

Su itinerario para seguir al equipo de su corazón en sus visitas a domicilio empezó en la campaña 19/20, y, desde entonces, no ha fallado a ningún encuentro fuera de casa, salvo a uno, por motivos familiares. A sus 61 años siempre ha seguido al Levante, pero, si dio el paso de hacer de su equipo el centro de su universo, fue para salir de la peor situación que pasó por su vida. «Me jubilé con 51 años porque tenía a mis padres con cáncer y me dediqué a cuidar de ellos. Mi padre me enseñó a moverme y a saber esquivar las acequias. A mis padres les debo el mundo entero. Decidí no amargarme y disfrutar al máximo de la vida», rememoró.

Ya sea en bus, en avión o en AVE, su medio de transporte favorito, ya que «en AVE pago dos euros, es mucho más cómodo y puedes levantarte», Vicente acude tanto al Ciutat de València como a los enfrentamientos a domicilio acompañado de su radio. La que, sin interferencias, le describe lo que sucede sobre el terreno de juego cuando su Levante entra en acción y mientras lo siente en primera persona. Pese a las múltiples trabas con las que puede toparse en su camino, Vicente tiene claro el método y, sobre todo, la actitud para acompañar a su equipo. «Preguntando se llega a los sitios. Me encuentro con muchas limitaciones, pero no me acobardo». De hecho, ningún motivo tiene para acobardarse si es el centro de atención de unos futbolistas que le prestan mucha atención cuando lo ven. «Hablo con los jugadores. Me llevo muy bien con todos. Un día que perdí el bus me volví con ellos en el AVE», confesó mientras activa la cuenta atrás para iniciar su particular ruta para seguir al Levante por donde pase durante su andadura en Segunda División.

Con el arranque de la temporada 23/24 en la vuelta de la esquina, Vicente sueña con volver a sentir lo que es su mejor recuerdo como granota, aunque está convencido de lo que le falta a la plantilla de Javi Calleja para conseguirlo. «Sueño con ascender a Primera División, pero están vendiendo más que fichando. Nos falta un delantero. Cuando subimos en 2017, salté seis filas para invadir el campo. Me las hice de golpe. Me preguntaron cómo las salté y les respondí que sin ningún miedo. Cuando hicieron la mascletà el guardia me tiró hacia atrás. Me dijo que me iba a quemar y le dije que no tenía nada de miedo, que yo soy valenciano».

Cuestionado por el peor recuerdo, Vicente no dudó ni un instante. «El día del Alavés. Nos dejaron sin ascenso por un penalti que, para mí, no es. En las emisoras de radio decían que no era penalti. Cuando pitó el final me puse a llorar, me fui de mala leche y cogí el tranvía. No tenía ganas de nada». Por ello, su sueño de sentir al Levante en la élite nacional sigue presente, aunque en su ideal como levantinista existe una ilusión mayor: «Tengo ganas de hacer un saque de honor». Su esfuerzo y pasión bien lo merecen.