REPORTAJE

Carlos Álvarez, el ‘niño’ que idolatra a Maradona

Enamorado del fútbol clásico, el ‘37’ admira a la leyenda argentina e intenta imitar sus movimientos desde que entró en la cantera del Sevilla. Su gol ante el Mirandés lo corona

Carlos Álvarez celebra su tanto contra el Mirandés.

Carlos Álvarez celebra su tanto contra el Mirandés. / LUD

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Las comparaciones, sin duda, son odiosas. En el mundo del fútbol, por mucho que sean una tendencia, también. Sin embargo, no quita que abunden los referentes, tanto en la actualidad como procedentes de épocas pasadas. En Orriols, lugar donde los sueños se convierten en realidad, no se cortan a la hora de bautizar a Carlos Álvarez, el hombre del momento en el Levante tras su golazo contra el Mirandés, como su particular Diego Armando Maradona. Son palabras mayores. Muy mayores. Pero sus movimientos, su regate, su descaro, su capacidad para tener el balón pegado a su bota izquierda y su golpeo denotan pinceladas de fuera de serie. No en vano, el levantinismo acierta con la comparación. No por estar en la misma altura que la leyenda del balompié, sino, tal y como indica su entorno más cercano, por tratarse del ídolo del jugador andaluz. ‘El Pelusa’, su legado y todo lo que representa en lo futbolístico forman parte del estilo de vida de un mediapunta que sueña con dejar huella a nivel profesional de la mano del Levante. Siempre, con la figura de Maradona presente, tal y como intentó llevar a cabo durante su estancia en la cantera del Sevilla, lugar donde desarrolló sus virtudes queriendo imitar constantemente al eterno ‘10’, y que le han llevado a alcanzar la Segunda División a sus 20 años de edad. 

No obstante, que Carlos Álvarez se fije en uno de los máximos referentes en la historia del fútbol, sin haberlo presenciado en vivo y tratándose de una época muy diferente a la actual, se debe a su forma de ser. Según apunta su entorno, el jugador andaluz es un enamorado de lo clásico. De hecho, que porte siempre la camiseta por dentro, tal y como hizo siempre el astro argentino, es una prueba de ello, aunque la obsesión que tuvo por las míticas y clásicas botas Copa 90 refuerza su personalidad. El procedente de Sanlúcar la Mayor, desde que entró en la cantera sevillista a los siete años, siempre lució las botas anteriormente mencionadas. Nunca las cambió. De hecho, Marco Navas, hermano de Jesús Navas y trabajador en la agencia que representa al ‘37’, le mandaba al zapatero de Los Palacios y Villafranca no solo para que se las arreglara, sino también para que se las dejara más livianas, con la finalidad de tener un mejor golpeo, y así asemejarse al de Maradona. Su tanto contra el Mirandés, por ello, no fue casualidad.

Carlos Álvarez, es más, tiene una altura similar a la de su ídolo (1,67). Su estatura, pero sobre todo, sus cualidades y su talento, fueron tendencia en la academia del Sevilla hasta el punto de que no pasó por juveniles: saltó directamente al filial hispalense desde cadetes, para convertirse en uno de sus estandartes y, a su vez, coquetear con el primer equipo. Sin embargo, en la temporada 22/23, periodo en el que más cerca estuvo de los ‘mayores’, solo el técnico Jorge Sampaoli, argentino como Maradona, le otorgó sus primeras participaciones en la élite: nueve minutos en LaLiga contra el Getafe y, en Copa del Rey, 78 ante Torremolinos y 13 frente al Linares. No obstante, después de no contar para Lopetegui, Mendilibar tampoco lo consideró tras la destitución del nacido en Casilda, aunque no le impidió ser trascendental en la salvación del Sevilla Atlético con cuatro goles y ocho asistencias en 34 partidos.

Su etapa en Nervión finalizó el pasado verano tras 13 temporadas de vinculación, pero, a sus 20 años, encontró su sitio en el Levante firmando hasta 2027. Después de ganarse un puesto en el once de Javi Calleja, el ‘37’ no solo maravilla al público siempre que recibe el esférico sobre el césped, sino que, feliz y adaptado a la vida que se respira en València, es muy querido en el vestuario. Su rendimiento se adapta a su estado de ánimo, que le impulsa a atreverse, a pedir el balón y a marcar tantos tan ‘maradonianos’ como el visto en Anduva. Su giro de cintura, su circulación y su golpeo fueron dignos de fuera de serie. No obstante, solo intentó imitar a su ídolo. Orriols puede presumir de tener a su particular Diego Armando Maradona.