Entrevista | Felipe Miñambres Entrenador del Levante UD

"Estoy disfrutando, pero sé que hay un grado muy alto de responsabilidad"

El técnico reconoció que duerme menos desde que compagina su cargo de director deportivo con el banquillo, aunque, mediante la energía que le transmiten sus jugadores, y asumiendo que, por edad, está en su «etapa final», quiere dar una alegría tras años de sufrimiento en Orriols

Miñambres posa ante las cámaras de Superdeporte convencido de que su equipo estará a la altura del desafío del ascenso.

Miñambres posa ante las cámaras de Superdeporte convencido de que su equipo estará a la altura del desafío del ascenso. / GERMÁN CABALLERO

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Felipe Miñambres, tal y como recoge su experiencia como director deportivo, ha tenido siempre la suerte de elegir su destino según sus sensaciones y emociones. Sus nueve temporadas en Vallecas, y sus seis al frente de la planificación deportiva del Celta de Vigo, no fueron un impedimento para asumir el desafío de un Levante al que siempre le vio mimbres para construir grandes proyectos. Sus expectativas fueron muy elevadas, ya que creyó en una permanencia en Primera División al alcance de muy pocos, pero, después del varapalo del descenso, nunca imaginó que la ausencia de alegrías y noticias positivas brillaran por su ausencia. 

Una de ellas provocó su entrada al banquillo de Orriols después de la salida de Javi Calleja, y aunque no entrase en su ideal ni en sus expectativas cuando aterrizó en el Levante, lo asume con un alto grado de responsabilidad. «No soy de esconderme en trincheras», dijo en su presentación. Dos años después, compagina el área técnica con el despacho donde se cocinan los traspasos y otras decisiones deportivas, pero lo hace con la obsesión de dar una «alegría» a una afición que ha sufrido mucho.  

Compaginando sus labores de director deportivo con las de entrenador, ¿le faltan horas en el día a Felipe Miñambres?

Duermo menos desde que soy técnico. Al cuerpo lo vas acostumbrando, pero las tres primeras semanas fueron difíciles. A nivel personal es diferente, más cansado porque requiere una tarea distinta a la de estar en el despacho, pero estoy contento porque veo a los jugadores y me dan energía. Se esfuerzan al máximo. Como entrenador tienes que pensar en muchas más cosas, pero estoy adaptándome poco a poco a una nueva situación. Por otra parte estoy apoyándome más en Ángel Medina para llevar las labores de dirección deportiva. Al no ser un momento del mercado muy exigente ni estresante, lo vamos llevando un poco entre todos. No obstante, la cabeza da muchas más vueltas porque tienes que pensar en muchas más cosas: a quién pones, cómo juegas, cómo tapar al otro equipo, cómo hacerle daño… Muchas funciones que de director deportivo las ves pero no las profundizas. Y, después, el día de partido es muy complicado. En la dirección deportiva estás en el palco y ahora estás abajo con la intención de influir y de intervenir. Cada día que pasa es un examen.

¿Cómo es su día a día?

Me levanto entre las siete y media y las ocho menos cuarto. Subimos a Buñol, comemos y analizamos el vídeo que le vamos a poner a los jugadores. Normalmente, después del partido, los ayudantes me hacen los cortes del siguiente rival y los vídeos del partido donde hemos hecho cosas bien y mal. Yo, habitualmente, me veo el último encuentro del rival. Y, después de entrenar, hay días que puedo dormir la siesta y otros que no. Sin embargo, por la tarde, analizo al rival: situaciones de cómo atacan, de cómo defienden, de estrategia a favor, en contra, de cómo queremos atacarles, hacerles daño, defenderles… En acciones de estrategia, Dani, Iñaki y Pedro se encargan de llevar ese trabajo a los jugadores. Todos tratamos de aportar. Estoy muy contento con todos ellos: los que ya estaban como Iñaki Aizpurua, Pedro López o el psicólogo Juan Miguel, y con los que han venido: Dani Ayora con los porteros, Héctor Rodas de segundo, Vicente Benítez de preparador físico, Joan García de analista… Me siento respaldado y apoyado. Son gente muy capacitada. Y ya, por la noche, me tomo tiempo para desconectar, viendo algún partido de fútbol o poniéndome alguna serie.

Viendo partidos, poco desconectará de su rutina.

(Ríe) Siempre me sale algo. Estás viendo una película, o una serie, y la llevas a un jugador. Siempre hay algo que te conecta con el fútbol, pero es normal. La formación profesional la llevamos por dentro.

Antes, el ascenso era una ilusión, pero, ahora, hay que enlazar victorias. ¿A qué se debe?

Tenemos que ganar de seguido para meternos dentro. A veces me dicen que hay que dar un puñetazo sobre la mesa, pero ahora estamos lejos de la mesa. Tenemos que acercarnos a ella, y cuando estemos cerca, dar el puñetazo. Para ello hay que ganar de seguido y vencer una serie de partidos que no hemos hecho durante todo el año. Es lo que marca la diferencia. Casi todos los que están arriba han tenido una racha de cuatro o cinco partidos ganados seguidos, que les ha hecho meterse ahí. Nosotros peleamos porque sea en este momento y por que, en estas circunstancias, la ola nos lleve hasta donde queremos estar. A veces le digo al psicólogo que no necesitamos de una épica, sino de una normalidad. Ganar partidos con normalidad. Las épicas son muy bonitas, pero cuando la épica viene, normalmente es cuando has hecho un error o una cagada anteriormente. Nosotros lo habíamos hecho en esa primera parte ante el Elche, aunque sí que nos dio como para tener la energía.

¿Los dos próximos partidos son trascendentales para meterse en la pelea por el ascenso?

Son importantes porque son los que vienen. Necesitamos volver a ganar en casa, y a partir de eso, tratar de mirar más adelante. El del Zaragoza es un partido complicado porque el otro día consiguió la primera victoria con su nuevo entrenador, pero nosotros, más que fijarnos en ellos, nos tenemos que fijar en nosotros y hacer lo que venimos haciendo. Incluso, hacerlo mejor para ganar. Necesitas ganar el primero, volver a sentirnos como el día del Sporting de Gijón o como nos sentimos en la segunda parte del encuentro contra el Elche. No podemos mirar muy lejos, aunque cada vez que te acercas al final todo tiene más importancia.

¿Su entrada en el banquillo del Levante es un marrón o una oportunidad para usted?

Es una situación que se ha dado así. Lo veo como algo bueno. Es un contexto diferente porque te hace tener una responsabilidad mucho más directa. Hay gente que lo ve bien y que lo ve mal, pero no entro en eso. Yo lo afronto con ilusión y con ganas, porque es muy difícil transmitir ilusión y ganas a la gente si estás con cara de ‘vaya la que me ha caído’. Es una motivación entrenarlos, tratar de mejorarlos y sacarles más. Cada día que venimos a entrenar es una motivación. Las semanas con ellos son buenas y hace que disfrute, pero también sé que existe un grado de responsabilidad muy alto. Pese a ello, es lo que me toca vivir. Trato de llevarlo al máximo nivel de positivismo para tratar de disfrutar de él. He tenido la suerte de elegir dónde estoy. Y, ahora, para mí es una suerte poder entrenar a este grupo de jugadores. Son circunstancias, momentos que te vienen en la vida y hay que afrontarlos. Hay gente mucho más importante que yo en todo esto. Hay muchas personas que dependen de lo que hagamos nosotros.

¿Quién tomó la decisión?

No fue una imposición de nadie, sino que se habló en un momento dado. Desde la confianza piensan en mí como una persona válida para sacar esto adelante y, sobre todo, desde el conocimiento de la plantilla y del organismo. Hay gente que está por encima de mí en el club, pero si yo me hubiese negado, no estaría aquí. Sin embargo, uno está donde está porque piensa que puede ayudar y mejorar para regresar al sitio donde pensamos que podemos y debemos estar.

¿A qué le dio más prioridad? ¿A lo anímico o a lo táctico?

El equipo hacía bastantes cosas bien, pero había que tratar de llevar todo más allá. De llevar más allá la exigencia, la responsabilidad de cada uno, el estar encima de ellos y darles a entender que pueden dar más. Era apretar un poco más las tuercas en casi todos los aspectos. Ver que con lo que hacíamos no nos valía, que necesitábamos mucho más esfuerzo. Ha sido de todo.

Ahora, la sensación es que el equipo cree en el ascenso.

No ha sido un calendario fácil, pero sí que la respuesta del grupo ha sido buena. Fuimos capaces de cambiar una muy mala dinámica. Siempre lo digo en rueda de prensa: para mí es una alegría la gente que, interviniendo menos, sale, ayuda y es importante. No es sencillo salir ocho, diez o doce minutos. A veces elijo unos jugadores para ir a la guerra y otros para ir al cuerpo a cuerpo. Y después, como el otro día hizo Dani Gómez, un francotirador te acaba ganando la batalla en cuatro minutos. Tienes que pensar que en ese tiempo puedes hacer algo. Es muy difícil hacer cosas positivas teniendo una mentalidad negativa. Todos están poniéndome las cosas difíciles. Hay muchos jugadores que se merecen jugar, pero solo puedo elegir a once.

Parece una evidencia, pero la plantilla ha sido moldeada por usted. ¿Le beneficia?

No sé si fue el primer o el segundo día que di la alineación, pero les dije que todos, entre comillas, son también hijos míos. Algunos porque los hemos firmado para estar aquí, otros porque los hemos renovado y otros porque desde la cantera les hemos hecho contratos profesionales. También hay otros a los que quise incorporar y eligieron el Levante en vez del equipo en el que estaba. Ahora tengo que elegir a la hora de hacer alineaciones, pero sí que en todos tengo confianza porque tienen características para pertenecer a una plantilla con las aspiraciones del Levante. Ahora hay que sacarles lo máximo.

Sin embargo, su figura va ligada también a las apuestas fallidas por Mehdi Nafti y Javi Calleja. ¿Dichas decisiones desacertadas le martirizan?

No me genera una inquietud grande porque si uno falla… ¿Cuántos entrenadores se echan al año? El entrenador es la situación más inestable. En lo de Mehdi Nafti creo que es una equivocación mía. No por la categoría de Nafti, sino porque, en un determinado momento, elegí una cosa que pensé que era mucho más importante, que era lo que transmitía. Desestimé otros aspectos técnicos con los que me he basado en elecciones de otros entrenadores. Yo creo que ahí fue mi error. La varié por una circunstancia que yo veía especial. Lo hizo bien en pretemporada. Es difícil, en el momento en el que desciendes, levantar el ánimo y el espíritu de los jugadores. Esa pretemporada no perdimos nada más que un partido contra el Villarreal. Y con Calleja, pues... estuvo un año entero. No es fácil en Segunda con un equipo que trata de ascender, pero yo no puedo negar la realidad. En el último segundo se nos pita un penalti injusto y cruel. Si hubiésemos ascendido, Calleja hubiera sido la leche. Mira lo que está pasando en todos los equipos que están con la idea de ascender. Están sufriendo mucho con el tema técnico. Esas dos decisiones no me martirizan. Uno las toma y, a veces, van mejor y, otras veces, van peor. Me he equivocado en muchas ocasiones. No estoy para buscar peros, sino para tratar de buscar soluciones.

En su primera intervención como entrenador aseguró que la plantilla 24/25 está definida. ¿Cómo de definida está?

Casi todos tienen contrato, algunos incluso en Primera. De medio campo hacia adelante hay mucha gente con contrato y, en defensa, algunos con condicionantes. Eso nos da también cierta tranquilidad estemos en la categoría en la que estemos. Hay muchos jugadores con capacidad para jugar en la élite, además de lo que haya que incorporar. Tendremos que fichar, pero hay muchos con contrato, lo que me hace estar un poco más tranquilo.

¿Y la elección del entrenador?

Estamos avanzando en ciertas situaciones. Hay buenos entrenadores que acaban esta temporada y están haciendo un gran año, tanto en Primera como en Segunda División. Tenemos también otras opciones. En ese aspecto estoy tranquilo. El Levante es un gran club y muy atractivo para cualquier entrenador más allá de la categoría. En Segunda División seguro. Y en Primera... ya ni te digo.

¿Su preferencia fue Claudio Giráldez? Ahora es primer técnico del Celta de Vigo.

Hay muy buenos en Segunda y también en 1ºRFEF. Como ya he dicho en otras ocasiones no voy a dar nombres ni a entrar en detalles. Todos están en activo en este momento e inmersos en sus equipos.

Tiene muchos frentes abiertos, pero, tal y como dijo en su presentación, no le gusta esconderse en trincheras.

Es que cuando toca, toca. Y hay veces que toca. No soy una persona que le guste estar en los focos. Cuando haces cosas es normal que te saquen. Ahora de entrenador es normal que salgas más, pero si me toca asumir una responsabilidad, la asumo. Me considero preparado para ayudar en muchas cosas y tratar de dar mi punto de vista, mi granito de arena, sobre todo desde la experiencia. Unas cosas por lo que sé, pero otras por lo que he vivido en mi carrera. Y lo único que quiero es tratar de ayudar a los jugadores y a la gente que trabaja conmigo para ser un mejor equipo, un mejor Levante. Trabajaremos para llegar al sitio donde queremos estar. Nos queremos ganar el derecho a estar en esa situación.

En su presentación también dijo que el ego ya lo había consumido, pero no sabría decirle si, en la historia del fútbol, un director deportivo ha conseguido un ascenso a Primera.

Recuerdo esas palabras, pero no es para mi ego, es para el resto de gente. En mi carrera he conseguido más de lo que soñé. Nunca imaginé que un niño de Astorga podía llegar a competir en más de 300 partidos en Primera y a jugar un Mundial. Estoy por encima de lo que pensé. Ahora, cualquier cosa que consiga, no es para mí. Yo estoy ya en mi etapa final, a veces se lo digo a los jugadores. Es para toda la gente que ha sufrido. Por mí parte, me alegraría y me sentiría muy feliz de haber podido ayudar, pero más por toda la alegría que le podemos dar a muchísima gente del Levante.

Encima, ha vivido los peores años en la época reciente.

Lo del primer año, cuando llegamos, era muy complicado, pero lo que te queda es que lo das todo, y que estás hasta el antepenúltimo partido ante el Madrid con opciones. Con Alessio se lograron números de Europa League. Uno miraba la alineación del Levante y veía muy buenos jugadores. Entonces, cuando uno es capaz de revertir situaciones y de hacer un esfuerzo máximo, si no llegas, bueno, no llegaste, pero, por lo menos, diste lo máximo. Y el año pasado, pues sí... Pudimos ganar el día del Ibiza y el del Mirandés, por lo menos, empatar. Sin embargo, siempre tengo en la cabeza el partido de Las Palmas. Ganando, para mí estábamos casi ascendidos. Hubiéramos ganado el golaverage. Para mí ese fue el partido clave, porque después con alguno de los de abajo siempre te acabas dejando puntos. Pero, al final, el fútbol nos llevó a una circunstancia especial: un penalti que para mí no es. Una situación de VAR de un veterano arriba y un novato abajo. Te toca llevarla adelante en una situación muy triste para todos. Cuando yo bajé al VAR estaba bajando toda la gente que no estaba convocada. Niños que estaban cerca para saltar al terreno de juego e invadirlo. Y, al final, lo que se vio fue muy duro. Un shock tremendo para toda la afición. No podemos estar en el pasado, tenemos que mirar al futuro. Y hay que pensar en quitarse todas las espinas del pasado también. Nosotros jugamos para hacerlo lo mejor posible, pero también para la gente. Y ojalá podamos darle alegrías.

¿Cuánta cuerda le queda a Miñambres en el Levante?

En el Levante no sé, pero… como director deportivo… dos, tres años... Uno lo tiene que ir pensando y ya toca también. Llevo de director deportivo mucho tiempo de seguido, sin descansar. Nueve años en el Rayo Vallecano, seis en el Celta de Vigo, ahora en el Levante desde hace dos años… Y en equipos que, precisamente, lo normal es que pierdas más que ganes. Ahora me queda dar una alegría en el Levante. Y ojalá no nos demos una, sino que nos demos dos y tres años de alegrías. Pero ahora miro que es momento para ir pensando en que tengo otras cosas que hacer en la vida. Tengo también que descansar.

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