Hacía tiempo que el líder no sufría una de sus pájaras iniciales y de nuevo ‘sirvió’ para remontar, con el efecto revulsivo, otra vez más, de los cambios. El despiste fue superlativo, ya que todavía no habían pasado ni dos minutos y el Elche obligó al Levante a despertarse de la peor manera posible, con un gol en contra generado por Borja Valle y, sobre todo, por Nino, que se aprovechó de la relajación de Postigo y la falta de contundencia de un Raúl Fernández que permitió una segunda opción al exgranota, ambas prácticamente a bocajarro. En un suspiro, y eso que antes del 0-1 ya estaba Nino haciendo de las suyas, la hoja de ruta se le había emborronado a Muñiz. Los atisbos de recuperación nacieron desde el costado de un desacertado Rubén García, novedad en el once junto a Iván López y Juan Muñoz, además con el brazalete de capitán. Pero la primera vez que Juan Carlos se sintió amenazado fue con un remate potente, pero muy centrado, de Jefferson Lerma. Ni el Elche había pensado que se sentiría tan cómodo, con control, abriendo el campo, saliendo al contragolpe incluso con superioridad y no se creyó que podía hacer más sangre antes del descanso en el coto privado de Orriols. La amarilla de Toño le sirvió para volcar el dominio hacia su costado.

Entre Raúl Fernández y que la acción estaba invalidada por fuera de fuego, Sergio Pelegrín pudo anotar el 0-2. La realidad es que el líder se salvó de un correctivo mayor en la primera parte. Plano, previsible, con demasiados balones regalados y sin esa chispa que el sancionado Roger genera con su movilidad, martirizando de paso a los centrales. El Ciutat temía que la fortaleza se venía abajo y que cayó hasta tal punto en el nervisiosimo que se escucharon pitos, incomprensible simplemente echando un vistazo a la clasificación. Sin duda que tampoco era la película de partido que se le había pasado por la cabeza a un Juan Muñoz que afrontaba su primera reválida por la ausencia del Pistolero. Voluntarioso, pero sin la capacidad del ‘9’ para sacarse de la chistera oportunidades ante el atasco en la medular donde Campaña era el único que intentaba ofrecerse, pero ni atisbaba la portería de lo lejos que estaba para generar peligro.

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Muñiz mandó a calentar de inmediato a Montañés y Casadesús y decidió que el momento de enmendar el desastre con la entrada de ambos era tras el descanso. Natxo Insa y Rubén no arrancaron en la segunda parte. Jason pasó a la banda derecha y el resurgir tuvo en Montañés a su exponente, con esa dosis de adrenalina que requería un encuentro cuesta arriba en el primer minuto. Hasta Juan Muñoz sonrió cuando vio que tenía más socios cerca del área. Hubo manguerazo al césped y el líder empezó a recuperar poco a poco su zona de confort. Los dos cambios reconvirtieron al Levante y resucitaron a jugadores hasta el momento apagados como Jason. Más verticales, más eléctricos, pero el empate nació con polémica, tras un saque de esquina, por unas manos de Borja Valle, muy protestadas por los franjiverdes. Juan Carlos adivinó las intenciones de Víctor Casadesús, pero nada pudo hacer en el rechace. Segundo gol del balear, de nuevo clave como en la anterior victoria en casa al Córdoba. En menos diez minutos, los movimientos de piezas empezaban a dar resultado. De la pesadez del primer acto, a la agresividad del segundo.

Campaña pudo repetir el golazo de falta del Martínez Valero y en la jugada siguiente metió en un aprieto a los suyos con una pérdida que Nino desaprovechó, pero sirvió para demostrar que ni mucho menos los suyos se conformaban con el puntito del 1-1 con el que Cádiz y Getafe volvieron a casa en su día. El empate no amedrentó al Elche que asumió otra vez el control, que volvió a sentirse protagonista. Raúl atrapó un disparo dentro del área de Luis Pérez y aún más clara fue la opción de Pelayo, que remató al lateral de la red. La explosión del inicio de la segunda parte no tuvo continuidad y al Levante no le quedó otra que pegar el último arreón más con corazón que con cabeza en busca del décimo triunfo en los últimos doce partidos. Toño, en mejor posición que Juan Muñoz, remató flojo a las manos de Juan Carlos. Y tuvo que ser el andaluz quien firmara la remontada y desatara la locura en Orriols, de nuevo de penalti, esta vez sin discusión de Iriondo sobre Casadesús, para mantener el fortín inexpugnable y disparar al líder a 17 del tercer clasificado.

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