La retirada temporal de Raphael Dwamena del mundo de fútbol ha sido una de las peores noticias deportivas que a nivel humano ha dejado este 2019 que ya se acaba. Sin embargo, lo cierto es que lo del delantero ghanés sigue siendo un hasta luego y no un adiós definitivo, al menos de modo oficial. En Orriols, como ha ocurrido desde el primer día, existe una prudencia máxima al respecto. El club quiere que sea el jugador quien marque los tiempos de cara a cualquier nuevo anuncio, sobre todo después de lo atropellado que fue el momento en que a través del Zaragoza se conoció la gravedad de su problema de salud.

Más que deportivo a día de hoy el de Dwamena es un tema que tiene que ver con el diagnóstico de los médicos, aunque como consecuencia de ese dictamen evidentemente también hay consecuencias legales relacionadas con su contrato con el Levante y la cesión al Zaragoza, todavía vigente pese a que LaLiga autorizara la baja de su ficha. El club granota, pese a ser consciente desde el primer momento a través de los informes de los doctores de que no hay nada que hacer, se ha intentado mantener al margen de cualquier polémica con el aragonés, obligado a asumir prácticamente la totalidad de la ficha, de unos 800.000 euros, hasta el próximo junio. Igual que con el Levante en su día, pese al historial clínico del jugador y el holter que llevaba instalado, Dwamena superó también con los maños la revisión médica.

Precisamente el Zaragoza es a plazo corto el primer interesado en que el delantero confirme que deja definitivamente el fútbol, ya que eso le permitiría liberar masa salarial de cara a reforzarse en el mercado de invierno. Sin embargo, es improbable que eso ocurra, especialmente antes de que pase el mes de enero, ya que los plazos que se manejan son más largos.

Dwamena, más allá de su drama personal, sigue dispuesto a quemar todos los cartuchos, aunque no es ningún secreto para nadie, incluido él mismo, que lo tiene prácticamente imposible. Todos los especialistas que lo han visto en los últimos meses confirman que su vida corre peligro si vuelve a jugar al fútbol. De los expertos que ha consultado solamente hay uno que le da esperanzas de que pudiese volver a hacerlo sin riesgo siempre y cuando se somete a una nueva operación. Pero con cero garantías. El resto le recomiendan que cuelgue ya las botas.

Cuestión de abogados

«Es un tema médico, una desgracia, y está más en manos de jurídico, del Zaragoza y de sus abogados. A nivel deportivo fue cedido para que tuviese minutos pero no ha podido demostrar su valía por la enfermedad. Vamos a esperar a ver cuál es el diagnóstico definitivo, aunque hay que admitir que no pinta muy bien», dice Manolo Salvador. El secretario técnico es consciente de la situación del futbolista, que a sus 24 años se resiste a la evidencia de que, tras varios amagos, este es el definitivo. Con el número de latidos por minuto que alcanzó su corazón en su último partido, es un milagro que lo siga contando. El riesgo de accidente cardiovascular es máximo y así lo ratifican todos los especialistas que lo han tratado.

El Levante, como tampoco el Zaragoza, no suscribió ninguna póliza que lo cubriese. Y eso que antes de cerrarse su fichaje por 6,5 millones, Raphael se sometió a tres pruebas médicas distinas.. Dos en Alemania cuando estaba negociando su incorporación al CSKA de Moscú y otra ya en València. Para las arcas granotas la amortización de su fichaje, el segundo más caro de su historia, es de dos millones anuales. Para el Zaragoza, que apostó por su cesión a petición de Víctor Fernández, también ha supuesto un revés económico. Sin embargo, sin punto de comparación con el de un Dwamena que en su primera visita al Ciutat después de lo ocurrido se derrumbó al ver a sus excompañeros.