El Levante se presentó en Moscú con Acquafresca como delantero referencia, Valdo en plan revulsivo e Iborra. El de Moncada abandonó el hotel rumbo al estadio tras tomar medicación para el dolor que tenía en un dedo del pie, roto para la cita más importante. Y es que por el camino, Juan Ignacio Martínez había pasado por problema tras problema en una semana en la que vio partir a Obafemi Martins, dejando huérfano el puesto de '9' antes del partido más importante de la historia del club. Para colmo, Roger Martí, por aquel entonces a caballo entre el filial y el primer equipo y ahora capitán del ataque granota, no pudo viajar a Moscú a pesar del esfuerzo de JIM y de todo el club. Sin visado, el '9' se quedó en casa. Y a pesar de todo eso, el cuadro granota aguantó de pie ante el Rubin Kazan tras el 0-0 de la ida. Pero lo cierto, es que de tanto vivir al borde del KO, el Levante acabó cayendo a las puertas de los cuartos de final en su primera aventura de la historia. Ayer, siete años después, esa prórroga todavía duele en el corazón levantinista.

La Europa. El Motherwell fue el primer escollo a salvar antes de poner los dos pies de lleno en esa competición. El 0-2 en Escocia acercaba el botín, que se abrazó con el 1-0 en el Ciutat. Después, Helsinborg, Twente y Hannover con solo una derrota en fase de grupos. Ante los alemanes y a domicilio. Y es que Orriols fue un fortín en todos los sentidos. Tanto que el 3-0 contra el Olympiacos en dieciseisavos rebajó los grados de intensidad de la afición helena en el infierno del Pireo. De fondo esperaba el Rubin Kazan y una eliminatoria dura por todos los condicionantes.

El 0-0 de la ida contra el conjunto ruso invitaba al optimismo pero la semana previa se convirtió en un caos diario. Ese que comenzó el domingo anterior con el empate a cero en casa contra el Getafe en un encuentro marcado por el gol que no hizo subir al marcador Undiano Mallenco tras un disparo de Iborra. Para colmo, Martins abonaba el mismo lunes su cláusula de rescisión en Madrid y abandonaba el club días antes del choque más importante de la historia del club. «No merecía vestir la camiseta del Levante», indicaba Quico. El nigeriano había dinamitado el Derbi contra en las semanas previas e hizo lo propio con su marcha antes del duelo contra el Rubin. Ese que terminó con un falso nueve, con Iborra haciendo de todo por mantenerse en pie en el terreno de juego y aportando tanto en fase ofensiva como defensiva, y con el Levante cayendo tras una carrera que perdió Diop por mala fortuna ante Dyadyun. Ese fue el epílogo de la aventura granota por Europa. Antes, el conjunto de Juan Ignacio había estado durante más de 110 minutos a un gol de los cuartos. Es más, incluso después de haber recibido el primer tanto, Ballesteros amagó con resucitar las esperanzas granotas con un disparo desde la frontal mientras el banquillo al completo se levantaba haciendo fuerza en busca del 1-1. Pero Ryzhikov frenó al central y el propio meta del cuadro ruso, con un balón largo, y tras un error en el despeje de Diop, puso a Dyadyun mano a mano con Keylor. El 'tico', sustento también de la clasificación, no pudo hacer nada y ahí murió el primer y último Levante europeo. El mazazo de entonces golpeó de lleno en una afición que desde entonces no ha vuelto a viajar por el Viejo Continente. Y ese es el sueño que persigue de nuevo un club que ayer cumplía siete años de aquella noche en Moscú.