Morales, con intermitentes

La decisión de sentar al capitán, pese a sus altibajos, es el termómetro del Levante

Morales, con intermitentes

Morales, con intermitentes / SD

Rafa Marín

Rafa Marín

Detrás de las suplencias de Morales casi nunca se esconden motivos técnicos o tácticos. No ha sido distinto en la última, sin duda la más llamativa del revolucionario once del pasado domingo. Ya en el tira y afloja que precedió a su renovación saltaron chispas con Paco López, partidario de que dosificase esfuerzos. El técnico siempre ha preferido que jugase menos y mejor en vez de más y peor.

El banquillazo de Balaídos vino precisamente por ahí. En pleno valle de rendimiento, el capitán cedió su puesto en el once al emergente Álex Cantero, jugador al que apadrina y con el que comparte agente. Lleva 13 jornadas seguidas sin marcar, una sequía que penaliza y mucho al equipo, acostumbrado a que sus picos buenos coincidan con los del Comandante. La actual, aun así, no es su peor racha de cara a puerta. En la 14/15 y la 16/17 encadenó 24 partidos a cero. Y es que la irregularidad ha sido consustancial a su carrera, una sombra que acecha a los futbolistas de su corte. Por rachas similares ha pasado en todas sus temporadas como profesional a excepción de la 15/16. Con el Eibar estuvo 17 en la 13/14. Con seis goles en los dos últimos meses y medio rompió una de 17 en la 18/19. En la campaña siguiente fueron 12. Y la pasada un total de 21, las que transcurrieron de la tercera jornada a la 25.

Renovación y sequía

El desierto goleador de Morales ha coincidido en el tiempo con su renovación. A pesar del «alivio» para todos que supuso el acuerdo, desde entonces no ha marcado. La última vez fue ante el Granada, el día después del anuncio oficial de la firma, el pasado 5 de febrero. Las fechas coinciden con el antes y el después de la eliminación de Copa. Hasta entonces, con una racha espectacular, el ‘Moro’ había sido uno de los responsables del sprint del Levante, en semifinales tras una asistencia suya a Roger en las postrimerías contra el Villarreal. Las lágrimas que captaron las cámaras camino del vestuario se unieron al deseo de encarar las históricas semifinales de Copa sin ninguna distracción.

Fue así como se precipitó que en 24 horas se solucionase un problema de dos años. Quico Catalán, en un arrebato presidencial, pasó a la acción y la oferta de la discordia de un contrato vitalicio renovable anualmente se convirtió en una fija de dos años a razón de más de dos millones por temporada. Se cerraba así, por debajo del primer escalón salarial que marca Campaña, la continuidad del granota más importante de la historia. Y se abría, dicho sea de paso, un precedente de cara a otras futuras negociaciones.

Su mejor pico

Respetado por las lesiones, Morales ha acostumbrado a comportarse como un jugador regular en cuanto a la disputa de minutos y notablemente reactivo cada vez que ha pasado por el banquillo. El pistoletazo de salida a su mejor tramo del curso vino tras su suplencia en La Cerámica, una decisión que trajo cola después de un doblete al Betis con el que se acabó de activar la polémica. Un capítulo que precipitó semanas después que su agente jugara la baza de pedir su carta de libertad en el mercado de enero. Pocos casos como el del Comandante explican mejor los entresijos de la gestión de vestuario de Paco, consciente de los pros y los contras de sentar a un jugador de sus características. De ahí sus palabras en Vigo, donde dijo que se había comportado «como un verdadero capitán», tanto con el debutante Cantero como por su actitud cuando lo sustituyó a falta de 10 minutos para el final.