Ibrahim llegó a España desde Guinea Conakry y ahora su vida y familia están en Madrid. Un día, la policía lo detiene y lo deporta a su país. A partir de ese momento, su único objetivo será regresar a España. Tras conseguir atravesar África, se instala en el campamento de inmigrantes que separa África de Europa. 

Bajo las directrices de Benito Zambrano'El Salto' narra la odisea a la que se enfrentan miles de migrantes que cada día llegan a las costas de España, en busca de una vida mejor. 

La nueva película del director de 'Solas' e 'Intemperie', se presenta en el Festival de Málaga y tiene previsto su estreno en cines el 12 de abril.

-¿Cómo surge la idea de ‘El Salto’ 

-El proyecto de 'El Salto', en realidad, quien se tiene que llevar todos los puntos y los méritos de este proyecto es la guionista, Flora González. Ella lo escribe porque quiere, en soledad y sin que nadie se lo encargara. Cuando me llegó, lo primero que pensé fue: ¡por fin hay dinero y un guión para hablar de esta historia!. Yo llevaba mucho tiempo queriendo contarlo, hacer algo; porque son temas que me apasionan hace mucho tiempo. A mí me atraía, me dolía, me afectaba también como ciudadano y como cineasta, pero no encontraba la manera de contarlo bien. Y comencé a investigar porque necesitaba saber más. Fuimos a Melilla, Algeciras, Sevilla y Madrid. Hablamos con un montón de gente, chicas migrantes, con ONGs y con expertos. 

"Las crisis humanitarias van a existir siempre"

-El reparto es africano o de ascendencia subsahariana, ¿eso ayudó a construir el relato de la película?

-Aunque los actores principales no habían vivido ese drama, había algunos otros que sí. Gente del reparto y figuración que había venido en patera, otros que fueron expulsados y volvieron a España, saltando la valla y otros que llegaron siendo niños, porque sus padres los mandaron aquí en una patera. Incluso había un actor que fue jefe en uno de los campamentos del monte Gurugú. 

-Dijo que junto a 'Solas' ha sido la película más necesaria que has hecho, ¿por qué? 

-Para mí sí. Espero que sea la más útil y que haya merecido la pena porque quiero que sea una herramienta para visibilizar, para hablar del problema, para protestar. Una denuncia del drama de lo que está pasando. Esto es inhumano y tenemos que ayudar a resolverlo de alguna manera.

-Siempre se habla de crisis humanitaria, pero parece que solo se queda en titulares. ¿Cree que su película llega en un momento clave? 

-Las crisis humanitarias van a existir siempre. Si no es por un problema de clima, es por guerra o por golpes de Estado y miserias. Si tú empobreces al continente africano, le estás quitando la posibilidad de crecimiento y desarrollo. Haces países totalmente dependientes, miserables y sin posibilidades. La gente tiene deseo de viajar, de aprender, de moverse. Lo que pasa es que si te mueves turísticamente, vienes con dinero, con pasaporte, con todo el mundo, eso no hay problema. Si te mueves de otra manera, sí hay problema. Mentira. Europa necesita de la población migrante, 

-¿Piensa que hay una doble vara de medir en cuanto a la procedencia de los inmigrantes? ¿Hay migrantes que son mejores recibidos que otros?

-El problema de África es doble. Es decir, es racial y también religioso. Muchísima gente que viene de África, es negra, es pobre y es musulmana. Lo cual ya tiene todo, para que tú no quieras que vengan. Si bien, unos rubios, más o menos que no tienen un problema económico, y además, puede ser que sea cristiano o protestante, no molestan tanto. Creo que a mucha gente le preocupa que Europa sea mestiza. Y Europa va a ser mestiza. Lo quieran o no lo quieran, porque hay muchísimas confluencias de muchísimos países, muchísimas razas y culturas, porque lo necesitamos. Si Europa no necesitará mano de obra, no vendría la gente. Y si vienen en condiciones irregulares, mucha gente lo va a utilizar y se va a aprovechar de esas condiciones. 

-El monte Gurugú, la valla de Melilla o Nador, son algunas de las localizaciones clave de la película. ¿Dónde se rodaron?

-Todo se rodó en España. Rodamos en Canarias y en Madrid. En Pelayo de la Presa rodamos la parte del monte Gurugú y el resto en San Martín de Valdeiglesias. En Marruecos no pudimos rodar, porque a parte de que nos pilló la pandemia, no pude ni siquiera ir por trabajo de investigación, porque no pudimos cruzar a Marruecos en aquel momento. Además, era muy complicado rodar ahí por temas legales. 

"El problema de África es doble. Es decir, es racial y también religioso"

-¿Cuál fue el momento más duro del rodaje? 

-En cuanto al rodaje como tal, el salto a la valla fue muy complejo hacerlo. Fueron cinco noches muy duras. Sentimentalmente, diría que todo. Cuando escribía y revisaba el guión había momentos en que me golpeaban mucho. Sobre todo cuando leía libros e historias reales.

-¿Qué esperas del público cuando la vean? ¿Se humanizará aún más este drama?

-Espero mucho y deseo que pasen muchas cosas. Primero, que haya un nivel de empatía hacia el que viene de fuera. Pensar que el que viene de fuera ni viene a robarte, ni viene a violarte, ni viene a traer drogas. Son gente que es como tú, que tienen los mismos deseos, sueños y esperanzas. Dejar tu tierra atrás, sobre todo si de una manera obligada, no es algo por capricho ni por nada. Por capricho nos movemos los ricos. Los pobres no se mueven por capricho, sino por necesidad.