Su magnífica nueva película, 'Volveréis', único largometraje de nacionalidad española presente este año en Cannes, supone su debut en el certamen francés. En ella, se sirve del retrato de una pareja que decide poner fin a sus 15 años de relación celebrando una fiesta para reflexionar sobre el amor en el tiempo presente y el poder balsámico del cine.

¿Qué sensaciones le provoca la participación de ‘Volveréis‘ en el Festival de Cannes?

A decir verdad, los festivales de cine me generan ciertos reparos. Espero no sonar arrogante, me hace feliz que ‘Volveréis‘ esté aquí. Pero es mi octava película, y hasta ahora me he demostrado a mí mismo que puedo vivir haciendo cine sin depender de este tipo de plataformas. Me parece peligrosa la dependencia que cierta clase de cine, el cine pequeño, ha llegado a tener de los festivales. Hay cineastas que ya piensan en mandar su película a uno de ellos antes de haberla rodado, en buena medida porque hay un entramado de distribuidores, agentes de ventas y demás intermediarios que presionan para ello. Hasta ahora, yo he conseguido escapar de esa dinámica.

¿Diría que ‘Volveréis‘ es su película más escorada hacia el terreno de la comedia?

La comedia siempre ha sido fundamental para mí, porque mi padre es un loco de la comedia clásica y mamé de ella desde niño. Diría que hay cierto humor presente en todas mis películas a excepción, quizá, de ‘La reconquista‘ (2016); sin embargo, aparecía más dosificado de lo que lo hace tanto en ‘Volveréis‘, como en mi película inmediatamente anterior, ‘Tenéis que venir a verla‘ (2022). Supongo al hacerte mayor no te queda más remedio que reírte un poco de ti mismo y de tus neuras y estupideces. 

¿En qué medida es la película una reflexión sobre el cambio de la actitud de la sociedad frente a la pareja? 

Es lo que pretende. Está claro que hoy en día la pareja se entiende como una unidad inestable, y hasta parece estar mal vista porque se asocia a una estructura social de otra época. Pero a mí me gusta la idea de la pareja; quizá sea una construcción ‘antinatura’, pero al mismo tiempo me parece lo más natural del mundo. Y me parece muy bonita la lucha diaria de de dos personas por mantenerse fieles la una a la otra, y por mantener viva la llama del amor o como queramos llamarlo. Creo que reivindicar eso es provocador.

¿Puede decirse que, en conjunto, su cine trata de retratar a una generación?

Me incomoda que se me etiquete como un cineasta generacional, porque, ¿qué legitimidad tengo yo para ejercer de tal cosa? Provengo de una familia de cineastas y, para bien o para mal, he llevado una vida más bien particular y en ningún caso representativa de nada. Dicho esto, por supuesto, hablar con personas que se sienten identificadas en las historias que cuento me resulta muy gratificante.

Desde el principio de su carrera, a nivel artístico usted ha vivido a la sombra de su padre, Fernando Trueba. Ahora, usted lo ha incluido en el reparto de ‘Volveréis‘ en la piel de un trasunto de sí mismo. ¿Por qué?  

A veces hay que coger el toro por los cuernos, ¿no? Ser asociado con mi padre siempre ha sido algo ineludible, y lo entiendo, pero por momentos resulta agotador. No es tan extraño que alguien se dedique a lo mismo que su propio padre, y cuando eso sucede en otro tipo de profesiones nadie se extraña; a nadie le sorprende que el hijo de un panadero sea también panadero. Yo siempre he intentado ser independiente y no aprovecharme de mi apellido. De hecho, creo que siempre me he esforzado por evitar cualquier privilegio que mi apellido pudiera proporcionarme.

Los protagonistas de la película son una cineasta y un actor. ¿Qué papel juega el cine en ella?

Que el cine sea un personaje más en las historias que cuento tiene que ver con mi forma de percibir la realidad. Para mí el cine no es una profesión, es una forma de estar en el mundo, de respirar, de pensar, de querer, de compartir, de transmitir estados de ánimo. Lo que a mí me mueve no es el deseo de hacer una película concreta u otra, sino más bien vivir haciendo cine; que unas películas sean mejores que otras no importa, lo que importa es vivir de acuerdo a ese ideal. A veces soy incapaz de separar lo que es cine de lo que no lo es, es casi como una enfermedad.

En ‘Volveréis‘ se cita al filósofo Stanley Cavell, que sostiene que el cine puede hacernos mejores. ¿Lo cree usted?

Absolutamente. Sé que sonará cursi, pero hacer una película refleja ganas de capturar algo nuevo, de darle forma y rendirle homenaje; y cuando decidimos ver una película estamos confiando en las personas que han decidido hacerla y poniéndonos en sus manos. Las películas proponen nuevas maneras de pensar y repensar el mundo, son movimiento, y diálogo, y el tipo de discusión capaz de iluminarnos. Sí, por supuesto que nos hace mejores.