El partidazo de mañana en el Calderón obliga a dejar aparcada la gran preocupación sobre la prima de riesgo del Valencia, que está en su nivel máximo. A dos partidos de una final europea, hay que agarrarse a la épica bien entendida. Formar el mejor equipo sobre el tapete del Manzanares para plantar cara a un Atlético que presentará batalla con todas sus armas, que no son pocas. Además de casta, hay que jugar con cabeza, pensando que el duelo es de ida y vuelta. Los jugadores están motivados porque es una oportunidad única para la mayoría, pues un trofeo continental no se gana todos los años. Si a todo esto le añadimos las ganas del valencianismo por movilizarse, tenemos todos los ingredientes para una fiesta grande.

Reconquistar

Sucede además que cuando el ambiente está enrarecido en la entidad, el equipo siempre sale al rescate. La última, sin irse más lejos, la final de Copa del 2008. No sé si internamente los dirigentes o el cuerpo técnico tienen decidido hacerles llegar a los jugadores la ilusión que circula en el valencianismo, pero sería bueno que lo supieran y que les mostraran fotos de cómo se pone la ciudad cuando sale a celebrar un título. Eso es suficiente para que sean conscientes, los que aún no lo son, de la importancia de la camiseta que llevan.

Compañía

Esta tarde sale la expedición blanquinegra hacia Madrid y mañana salen unos cuantos autobuses con los valientes que no quieren perderse el primer acto del duelo más importante, hasta ahora, de esta temporada. El sentimiento de la afición resiste los contratiempos de cualquier tipo. Ese esfuerzo debería ser recompensado por los futbolistas.

Optimismo

Si todo eso funciona como prólogo de estas semifinales europeas, habremos conseguido dejar atrás tribulaciones, más o menos fundadas, sobre el estado de ánimo colectivo y daremos la bienvenida al júbilo valencianista, que cuando se pone positivo nunca defrauda.

Verosímil

Por si fuera poco, el regreso de Soldado ofrece una invitación al optimismo. Con un buen surtido de asistencias, el goleador valenciano tiene en sus botas la posibilidad de meterse en una de esas finales, que seguro no será la última. Por eso regresó el hijo pródigo.