"Voro siempre da la cara y conoce muy bien a los futbolistas, tiene la personalidad para conducir este barco en los partidos que quedan, pero es muy difícil. Los problemas están en la raiz, son profundos"

Voro siempre da la cara y conoce muy bien a los futbolistas, tiene la personalidad para conducir este barco en los partidos que quedan, pero es muy difícil. Los problemas están en la raiz, son profundos y se deben solucionar para la temporada que viene. Debería ser un momento para los jugadores de jerarquía, pero no están. La confianza en el fútbol es oro; te lleva de la mano al éxito y el Valencia es justo lo contrario. Todo son impulsos. El partido se rompió por un error no forzado, el cuarto consecutivo. Fue un fallo en la salida, una equivocación peligrosa en una zona en la que no puede darse. El 0-2 fue similar y desconcertó definitivamente al equipo. El Athletic fue determinación y experiencia, con futbolistas conscientes del estadio en el que estaban jugando. Ya no está Aduriz, pero queda Raúl García, otro bicho. Nunca está, siempre sabe llegar al área. Un tipo súper competitivo, decisivo.

Ferran tiene que volver a coger confianza; ha perdido uno contra uno. Puso un par de balones peligrosos al área, pero tomó malas decisiones. Pese a todo, en el mejor tramo del equipo, lo mejor llegó desde la banda derecha, con un Florenzi más fino en el centro. El gol que falló Maxi a pase del italiano fue una lástima. Pudo ser el empate a uno. No se puede creer porque es un jugador con un martillo en la cabeza. La acción es una metáfora de la desconfiguración individual y general. Hasta lo más natural y sencillo se ha convertido en un imposible. Una pena, porque Maxi necesita el acierto para coger sensaciones y volver a ser un jugador importante. El caso se reproduce en otros tantos futbolistas.

El Athletic sabe a lo que juega, conoce al rival y aprovechó el momento. Los de Gaizka Garitano provocaron errores, atacaron directo y volaron en las transiciones, con seis o siete futbolistas en campo contrario. El Athletic impuso su dominio desde el centro del campo. El pasillo central fue suyo, con un doble pivote -Unai López más Dani García- sólido, con criterio, con subidas y bajadas. El centro del campo es la zona que más sufre el Valencia. Parejo, el jugador de jerarquía que se ponía el equipo al hombro en los momentos más difíciles, no está. Los visitantes le hicieron la vida imposible a Parejo y a Kondogbia, con tres líneas bien posicionadas. Una vez más, el equipo no pudo cambiar de ritmo, no fue capaz de presionar al poseedor del balón y el Athletic jugó tranquilo. Demasiadas dudas ante un adversario con una dinámica tremenda. Dos caras de la misma moneda en el mismo partido.