Gayà viene de otro planeta

Gayà, durante un entrenamiento

Gayà, durante un entrenamiento

Andrés García

Andrés García

Vuelve el fútbol después del parón más largo del mundo. ¡Qué lejos está aquella noche mágica en Mestalla contra el Alavés! Soler nos ha alegrado los días, pero esta ventana internacional empezó a hacerse larga en el mismo momento que Gayà se echó la mano al sóleo de su pierna izquierda. Suerte que viene de otra planeta (aunque en su DNI ponga que es de Pedreguer) y que nos ha malacostumbrado a recuperaciones imposibles. Nos parece normal que Gayà siempre llegue a tiempo. O que siempre acorte plazos. O que se tire toda una semana sin entrenar y luego compita mejor que nadie. Son tantos los ejemplos en los últimos años.

José es ese jugador que se tuvo que ir en camilla de un partido de Champions contra el Chelsea porque estaba exhausto. Se había dejado la vida. O el mismo que se rompió la nariz en Butarque y a los días metía al equipo para la final de la Copa del Centenario. Los médicos le hicieron una protección a medida y la dejó en el vestuario. Su listado de recuperaciones imposibles es grande. Casi tanto como su compromiso. No hay truco. José es sinónimo de sacrificio y esfuerzo. De dobles sesiones. De no esconderse y dar la cara en las buenas y en las malas. No hay imposibles para Gayà. Quedó demostrado una vez más. Ojalá el Valencia lo quiera tanto como él quiere al Valencia. Ojalá el club se esfuerce en la renovación igual que él se ha esforzado siempre.