Opinión

En busca de la identidad perdida

Pereira debe encontrar cuanto antes un once tipo, un equipo que se identifique con un estilo y que tenga rigor y compita

Javi Pereira, con Roger en un entrenamiento

Javi Pereira, con Roger en un entrenamiento

De la preocupación al pesimismo generalizado. Ese es el sentir que ahora mismo se puede percibir en el levantinismo de manera mayoritaria. El varapalo ante el Granada ha hecho mucho daño y ha minado la confianza de un aficionado que lleva demasiado tiempo sufriendo. Si el partido contra el Atlético de Madrid encendió la luz de la esperanza con un bloque que demostró estar muy vivo, la derrota ante los de Robert Moreno ha llenado de oscuridad el futuro y la duda razonable de que la salida del túnel queda en entredicho.

No fue bonito jalear los pases del Granada en los últimos minutos, pero es entendible el cabreo de la grada. El Levante se encuentra ahora desnortado. Los síntomas para la preocupación son muy palpables. Problemas para salir desde atrás, jugadores hablando entre ellos y posicionándose, errores nuevamente groseros atrás que concedieron tres goles al rival, apagón generalizado en la parcela ofensiva de la que se contagió incluso Morales y hasta falta de actitud. Un equipo que se juega la vida no puede salir en el Ciutat como lo hizo ante el Granada. No son excusa ni las bajas o la presión, y mucho menos que fue un mal día. 

No quiero parecer ventajista pero un sentir personal me lleva a pensar que Javier Pereira no ha mejorado a Paco López. Con esto no quiero decir que la decisión de prescindir de Paco no estuviera justificada y aunque sí que es verdad que su salida fue un error de tiempos. La decisión por Pereira fue rápida, aunque el hecho de ser fiel a Paco retrasó su aterrizaje con unos protocolos que tampoco ayudaron. La llegada del extremeño debía dar estabilidad atrás pero los números, tan fríos como reales, no engañan. El Levante ha encajado diez goles en cuatro partidos, una barbaridad. Me comentaba un buen amigo levantinista el otro día que los grupos de wasap granotas bullen y había otro registro inapelable. El Levante deberá ganar la mitad de los partidos que le quedan para llegar a los 42 puntos, cifra que suele asegurar la permanencia. Quizás no sean tantos, pero ahora mismo, acercarse a estos números, parece una quimera.

A por el Alavés

Vitoria vuelve a ser una final a cara de perro y todo lo que no sea ganar no valdrá. Javi Pereira debe encontrar cuanto antes un once tipo, un equipo que se identifique con un estilo de juego, que tenga rigor y que compita. El lastre de la presión se irá conforme caiga la primera victoria pero toca dar ese paso inicial que tanto se está enquistando. Es momento de que la gente importante del vestuario tome la voz de mando, que asuma responsabilidades y que las alocuciones en los micrófonos se transformen en realidades.

Todo esto evidentemente afecta a una cúpula que está más señalada que nunca. La carta pública de la grada de animación ha expresado el sentir de la parroquia granota. El juicio sobre la gestión del Consejo sigue su curso y aunque la salvación podría suavizar las cosas ni mucho menos lo exoneraría. El verano ha puesto muchas piedras a un proyecto que estaba encaminado a crecer año tras año, y pese a que muchas cosas se han hecho bien el estancamiento está llevando a bajar peldaños.

Pese a todo vuelvo a abogar por la unión. En momentos de emergencia, todo el entramado del Levante debe estar más apiñado que nunca. Los partidos en casa deben ser una caldera. Los recibimientos, con las consiguientes medidas de seguridad, deben volver. Cualquier paso que se dé ahora y que evite el cataclismo valdrá la pena. Después llegará el momento de los cambios, porque deben haberlos.