Opinión

¿La mayor transacción del fútbol mundial era esto?

Lim no vende y planea volver a la casilla de salida, pero con el Valencia otra vez al borde de la quiebra

Edificio Meriton en ruinas

Edificio Meriton en ruinas

Un multimillonario que de momento no vende ni todas ni una parte de sus acciones. Alguien que, ajeno a la presión y atrincherado en lo que Meriton vende desde verano como «una gestión responsable», está dispuesto a volver a la casilla de salida, la misma que por segunda vez voló por los aires en 2019. Detrás de las cuentas, esa es la foto de Peter Lim al frente de un Valencia que, con pérdidas en seis de sus siete años de gestión, está al borde de la quiebra. A sabiendas de que no tenían pruebas sobre si lo que decían era cierto, ni siquiera los que se llenaron la boca con la mayor transacción del fútbol mundial se esperaban esto. Todavía menos que, sin haber cumplido sus compromisos deportivos ni económicos, encima hubiese que dar las gracias. Y es que tan cierto es que Lim podría haberse limitado a poner solo lo necesario para evitar la causa de disolución como que podría haberlo amortizado todo y así ahuyentar fantasmas, incluso sin la necesidad de rascarse el bolsillo de verdad o sacarse otro crédito con el aval de LaLiga.

En el momento más duro desde que llegó a Mestalla, y ante la disyuntiva en el horizonte entre si vender o poner más dinero, del de verdad, no hay puntada sin hilo en sus movimientos. Por un lado tapa un agujero que ha causado él y cumple con la obligación, la única firmada, de pagar al banco. Por el otro, se guarda siempre algunas para recuperar su inversión, sobre todo el que le permitiría hacerlo a través de los ocho futbolistas que son de su propiedad. Entre las versiones más catastrofistas y las más benévolas hay, sin duda, un término medio. Pero en cualquier caso la situación es muy preocupante y a todos los niveles. Con la inyección de CVC, que será oxígeno para los balances, no va a haber para tanto. 

Crisis total

Sin olvidar la institucional, la errática gestión del máximo accionista ha provocado que el Valencia se encuentre en una doble crisis deportiva y económica en la que no se sabe bien cuál afecta más a la otra. El modelo al que aspira, ya inventado por cierto, pasa por reactivar un círculo virtuoso en el que la regeneración deportiva a través de los jóvenes impulse la económica. Pero su credibilidad está bajo mínimos y a la hora de darle otra oportunidad, Compromís solo hay uno. La pandemia no le exime de una gestión deportiva negligente y plagada de errores, ninguno como el de la manera en la que dinamitó un proyecto que ha empequeñecido. No se discute que, aunque al ralentí, haya tratado de cambiar el rumbo con los pequeños pasos de no malvender y fichar sin alardes tras dos años. Pero con Bordalás, aún más si le cuesta tanto ganar partidos, tampoco parece suficiente.