Última oportunidad

El análisis tanto del Valencia como el Levante está hecho más allá de que uno se salve y el otro logre el ascenso

Gayà no repite convocatoria con la selección española

Gayà no repite convocatoria con la selección española / SD

Rafa Marín

Rafa Marín

No solo en el primero de este sábado. El Levante UD tiene que pensar en los cuatro próximos partidos. Y hacerlo como si fueran los últimos. No por exagerar ni por recordar que son finales una detrás de otra, sino porque tras el playoff no quedarán más oportunidades. Y eso son palabras mayores para un club obligado a reinventarse de arriba a abajo si no vuelve ya a Primera.

Es momento, por tanto, de dejárselo todo en el campo, de que Calleja acierte, de que la afición siga apretando y de que los futbolistas se vacíen. Que no falte cabeza pero tampoco corazón. Y que se vean en el vestuario una y otra vez el video de Rubén Albés haciéndolos de menos. El fracaso de no haber ascendido por la vía rápida, para más inri con los mismos puntos que el Las Palmas, solo se puede encajar aprovechando esta segunda oportunidad a la que hay que llegar con los pies en el suelo. Sin creerse más que nadie pero tampoco menos. Lo primero es ser de Primera. Y después, los aciertos y los errores están tan diagnosticados que no vale la pena perderse ahora en esa batalla. Ya habrá tiempo. Tanto Bouldini como Montiel, los goleadores de una temporada (maldita sea) sin goleadores, tienen que contagiar al resto, como hace una semana contra el Oviedo. Hay que dar el golpe.

Damnificados

Ni Gayà en la absoluta ni Javi Guerra en la sub-21, aunque sí Guillamón y Nico. La pobre temporada del Valencia CF pasa factura y eso duele. A menos peso específico, menos internacionales, lejos de ese círculo virtuoso que persiguen los clubes que trabajan como Lim no quiere hacerlo. A expensas del partido definitivo para huir de la carambola del descenso, el Valencia no habrá conseguido ningún objetivo una vez que esté salvado. Tan solo habrá superado un trago que por desgracia promete repetirse si las cosas no cambian. En la mano de los jugadores y el cuerpo técnico que han resucitado a un equipo muerto está que el partido en el Villamarín no sea un suplicio con el valencianismo pendiente del resto de resultados. Con los aciertos y sobre todo los errores aquí también detectados, se trata de cruzar los dedos y de que nadie desfallezca.

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