Noches de sudor y músculo

El Valencia está comandado por una turista china que parece llegar siempre tarde a lugares donde no sabe para qué la han llevado

Layhoon

Layhoon / F. CALABUIG

Gauden Villas

Gauden Villas

Cuando estás en un museo y entra, de repente, un grupo de turistas chinos, siempre pasan dos cosas. La primera es que se rompe la calma, la sala se llena de murmullos y señoras que se te ponen delante a golpe de codo y terminas por añorar los tiempos de Mao. La segunda es que siempre descubres a una hermana gemela de Layhoon Chan entre los recién llegados. Suele aferrarse a un paraguas aunque no llueva, tener problemas para manejar los auriculares con los que escucha las arduas explicaciones del guía del gobierno chino y llevar siempre aspecto de acabar de salir de forma apresurada de la ducha.  

El Valencia está comandado por una turista china que parece llegar siempre tarde a lugares donde no sabe para qué la han llevado, apenas habla inglés con soltura (español ni de coña) y tiene notables dificultades para diferenciar a Paulista de Gayà cuando se los encuentra en Paterna (Foulquier y Correia para ella son la misma persona). Dicharachera en los espacios cortos, admira a los entrenadores que contrata Peter por ser capaces de manejarse con soltura entre todos esos chicos llenos de músculos chorreando transpiración mediterránea cuya recreación aún a fecha de hoy le produce un insomnio intratable. Ella, además, no entiende la manía de Corona, un Adonis crepuscular a los ojos de toda madurita oriental, de dar el coñazo con nuevos fichajes. No ha terminado de apuntalar en su cerebro el nombre de un delantero centro cuando Mendes ya les ha enviado otro paquete. Está bien que siga circulando el dinero, pero bien podrían entenderla aunque fuera solo un poquito.

Esperar otra cosa de estos tíos es posible, pero bastante aburrido. Así que hasta que se vayan lo mejor es tomárselo todo con espíritu zen. Y si ahora toca luchar por la permanencia, pues a ello. Y en un par de años, candidatos claros al ascenso, con las emociones que conlleva ganar varios partidos del tirón. La Romareda, por cierto, registró la temporada pasada casi el doble de espectadores que el campo del Getafe y eso que el Zaragoza lleva ya mil años en Segunda. La gente acaba haciéndose a todo aunque muchos no lo acaben de entender.

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