El honor y el orgullo de Solís y Corona

Lo que más duele y es ahí donde quiero ir hoy es que Javier Solís, lejos de hacer autocrítica, saca pecho del «honor» y el «orgullo» que supone para él jugar con tantos canteranos

De Burgos Bengoetxea, amonestando a Cenk

De Burgos Bengoetxea, amonestando a Cenk / EFE

Andrés García

Andrés García

No voy a perder líneas de esta opinión para explicar que la plantilla no da para más y que el culpable es Peter Lim. Está más que dicho. A Baraja y a los jugadores no se les puede pedir más. Están vendidos desde el día que cerró el mercado. Jugarán mejor o peor, fallarán más o menos, pero se están jugando su integridad física ante la falta de ayudas del club en verano. Por eso están cayendo como moscas. El último, Diakha. La enfermería está llena.

Lo que más duele y es ahí donde quiero ir hoy es que Javier Solís, lejos de hacer autocrítica, saca pecho del «honor» y el «orgullo» que supone para él jugar con tantos canteranos. Se equivoca. Aferrarse a ellos para solucionar la desidia del dueño es un despropósito y una temeridad en el fútbol de élite. Y que no quede en el olvido hoy tampoco la frase de Corona en la que reconocía que «falta profundidad» en algunas posiciones. Hoy el equipo se desangró por las bandas. Y el director deportivo es el primero que sabía que pasaría. El club está en las peores manos. Qué miedo. 

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