Opinión

El partido se jugó fuera

Mestalla ayer no fue Mestalla: fue un estadio sin alma, sin ganas y sin ilusión

Mestalla, dentro y fuera

Mestalla, dentro y fuera

El partido se jugó fuera. Poco o nada importaba ya lo que ocurriera dentro del terreno de juego que, por mucho que el Valencia CF hubiera dado una exhibición de fútbol -no fue así ni mucho menos- la historia se escribía más por la imagen de un Mestalla con menos asistencia de lo habitual que por la de un equipo que no da para más.

Porque no sé si regalaron entradas, si vendieron muchas de las que tenían disponibles con asiento libre o si hubo gente que pasó el abono y no entró, pero a pesar de los 36.138 personas, Mestalla no tuvo la asistencia ni el alma de siempre. Porque las voces que más se escuchaban coreaban desde fuera el hastío y hartura de un año que volvió a torcerse por culpa de los errores de una gestión que no tiene solución. Como tampoco la tiene una protesta que se vio empañada por las inexplicables cargas policiales hacia el final del partido hacia todo aquel que ocupara la avenida Suecia. 

Es inexplicable cómo se puede hacer tan mal lo que es tan sencillo. Da igual que sea iniciar las obras de un estadio o darle armas a un equipo que prometía al final de la primera vuelta, este club ha vuelto a demostrar que, aunque el viento sople a tu favor, es capaz de hacer que salga todo mal.

Poco les ha importado que hubiera un cambio de gobierno con una clara oportunidad de empezar de cero a hacer bien las cosas, que el club sigue en sus trece y no cede ni muestra la más mínima intención o gesto de solucionar un problema como es el del estadio que cada día que pasa es más insalvable.

Y en lo deportivo, los nanos consiguieron con voluntad, sacrificio y esfuerzo colocar al equipo con opciones de meterse en Europa. Algo insólito viendo el mercado de fichajes que hizo el club, pero con Baraja, con las pocas armas que tenía, consiguió dotar de una identidad -con sus errores y aciertos-capaz de colocarse sin apuros entre los diez primeros. Algo que no fue suficiente para un club que, lejos de darle herramientas, decidió quitárselas.

Meriton, en lugar de reforzar al equipo, lo debilitó. Y, lo peor de todo, ha conseguido que los valencianistas se peleen, discutan y tengan enfrentamientos entre ellos. Me apena mucho ver cómo gente a la que he visto compartir éxitos y derrotas, bocadillo en el descanso y vehículo en los desplazamientos, ahora se pelee entre sí. Sobre todo porque la lucha no debería ser entre nosotros, sino con los que están afeando y haciendo más pequeño un club centenario. Porque nos unen más cosas de las que nos separan como, por ejemplo, que acabe ya está gestión o, al menos, la gente que la lleva a cabo.

Ya no hablo solo de Lim y compañía, sino de directores deportivos como Corona, quienes sacaron pecho una y otra vez en cada una de las entrevistas previas de cada partido: Desde «temporada ilusionante» al «nosotros pasamos por eso el año pasado» para referirse con ironía a los que luchaban por no bajar. Pues mira, uno de los que peleaban por no hacerlo como es el Villarreal CF pasó de pelear por la permanencia a pasarte por la derecha. Todo con fichajes, refuerzos y cordura. 

Mestalla ayer no fue Mestalla: fue un estadio sin alma, sin ganas y sin ilusión. Toda la que han perdido los miles de aficionados que se quedaron a las puertas mostrando su descontento. Y lo peor de todo es que Lim ha dividido a la afición más que nunca. Porque ayer, una vez más y aunque quieran hacer parecer lo contrario, el partido se jugó fuera. 

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