Creer o no creer, esa es la cuestión

Ya nadie con dos dedos de frente y sin intereses particulares aboga porque Lim se quede. El dilema es cómo hacer que se vaya 

Peter Lim, con Layhoon en Mestalla

Peter Lim, con Layhoon en Mestalla / SD

Rafa Marín

Rafa Marín

El tema del estadio es aburrido y farragoso. Pero también clave. Probablemente lo que más de cara a que Lim se vaya antes o después del Valencia. A estas alturas de la película nadie con dos de frente y sin intereses particulares aboga porque no lo haga. Esa batalla está ganada por goleada. Cosa bien distinta es cómo conseguirlo y de eso es precisamente de lo que va la partida de ajedrez del Nou Mestalla. Creer o no creer, esa es la cuestión. Creer que Lim seguirá empequeñeciendo al Valencia y que no habrá nunca estadio sin convenio para que venda sus acciones. O creer, valga la redundancia, que de Lim es imposible creerse nada y que la única salida pasa por estrangularlo para que se marche. No hay más que ese resumen en la madeja judicial, burocrática, administrativa y política sobre uno de los asuntos más relevantes del gobierno de la ciudad y la Comunitat. Un embrollo en el que no faltan intrigas palaciegas ni maniobras orquestales. Nada, aun así, con lo que disipar el miedo de que el máximo accionista vuelva a salirse con la suya.

Lo que debería ser un frente común es hoy más que nunca un río revuelto entre dos bandos, uno a cada orilla, con los que en Singapur se frotan las manos. A expensas de la bocina del 6 de marzo, o mucho cambian las cosas o el tema va para largo. Se vienen recursos en los tribunales y demás pleitos... Otra bola extra para Lim, la enésima, después de su retahíla de incumplimientos. Y otra vez el dilema de creer o no creer. Creer en que con la licencia se retomarán las obras. O creer en que se seguirá ganando tiempo, que al final es lo que parece que todos en mayor o menor medida están haciendo. De aquí a verano pueden pasar muchas cosas, especialmente en lo que se refiere al futuro del equipo en general y al de Baraja en particular. Pero a partir de entonces será imposible volver a creer. Y en Meriton, a piñón fijo, haciendo su camino mientras. Ojalá no lleguen a tener toda la sartén por el mango.

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