Varios clubes de elite de la Comunitat Valenciana, algunos de ellos con títulos europeos en sus vitrinas, cierran la temporada hundidos o tocados por la crisis económica, tal y como ha ocurrido con el Ros Casares, Elda Prestigio o los de fútbol Castellón, Gandía, Denia o Alicante, entre otros.

En las competiciones por clubes, el 30 de junio se cierran los ejercicios y el 1 de julio comienza el siguiente, que este año se presenta plagado de dificultades para muchas entidades.

A lo largo de la campaña que concluye, algunos clubes han desaparecido, otros han perdido la categoría por impagos y varios se han refugiado en el deporte-base a la espera de que pase la tormenta.

En casi todos los casos se han producido reducciones presupuestarias y se han dado facilidades a los socios para adquirir sus abonos.

Algunos de los problemas se concentran en la provincia de Alicante, donde el Hércules está en proceso concursal, con un consejo de administración con las facultades intervenidas.

El Alicante, que jugó hace poco en Segunda A, está en causa de disolución, aunque el juez no ha decretado la liquidación. Milita en Regional Preferente.

El Lucentum, con nueve millones de euros de deuda y en proceso concursal, necesita 700.000 euros para cubrir el presupuesto de la temporada 2011-12 ante la posibilidad de que se decrete el cese de actividad.

Los 150.000 euros de deuda del club de balonmano femenino Mar Alicante dificultan su viabilidad para la próxima campaña, en la que está clasificado para la Recopa, algo similar a lo que ocurre en categoría masculina al Torrevieja, que pese a su buen rendimiento deportivo, ve dificultades para el proyecto de la próxima campaña.

El Elda Prestigio, otro club con larga tradición europea, negocia la venta de su plaza en la máxima categoría y el proyecto del rugby en la Vila Joiosa, dependiente de las ayudas públicas, ha perdido consistencia a pesar de que el club ha sido recientemente campeón de Liga.

El Denia ve muy complicada su continuidad en Segunda división B por cuestiones económicas.

El dinero público ya no puede contribuir al buen funcionamiento de clubes que han vivido en los últimos años gracias al apoyo institucional. Además, apenas hay ingresos provinientes del sector privado.

En Valencia, se ha dado una de las situaciones más extremas con el Ros Casares. El equipo más laureado del baloncesto femenino español no competirá en la próxima campaña. La situación se anunció en mayo, días después de que lograra con brillantez la Euroliga femenina en Moscú.

Los clubes de balonmano han vivido situaciones conflictivas en los últimos años. El Mar Sagunto lleva tiempo sin salir a flote y con un equipo menos competitivo que el tradicionalmente campeón de décadas anteriores.

El asunto de la venta de las plazas afecta en ambas direcciones. El Alser del Puerto de Sagunto, que acaba descender, podría recibir una oferta para continuar en la categoría ante las dificultades de otros clubes españoles, pero quizá no la acepte al ser consciente de que es difícil completar un presupuesto acorde para la elite.

El Valencia CF ha reducido esta campaña buena parte de su deuda, pero está afectado por la situación de Bankia y la reanudación de las obras de su nuevo estadio, que podría producirse tras la puesta en marcha del proyecto Valencia Dinamiza.

Además, el club debe afrontar en breve el pago de seis millones de euros de intereses por el préstamo recibido por Bancaja para su ampliación de capital.

El Valencia, al igual que el Levante, también ha mejorado las condiciones para que sus seguidores adquieran abonos tanto con la reducción de precios como con ofertas de más partidos incluidos en los pases.

El panorama también afecta a la provincia de Castellón con el Villarreal, que al descender a Segunda ha planteado facilidades económicas a sus socios y tiene la necesidad, sobre todo, de aligerar el coste de su plantilla, excesivo tras el descenso.

El Castellón vive inmerso en una situación crítica, sin tener asegurada su continuidad en Tercera por los problemas derivados de la propiedad de la entidad, en cuya solución se han implicado los políticos, aunque sin poder ayudar económicamente.

En fútbol-sala, el Benicarló, único representante de la Comunitat Valenciana en la División de Honor, dejó de competir a mitad de temporada.

A estos problemas se unen los de numerosos clubes de fútbol de categorías inferiores, como ha ocurrido con los que han jugado este año en Segunda División B, como el Ontinyent o el Gandía, descendido a Tercera y que podría vivir un segundo descenso.