El mundo del fútbol, el de hoy y el de siempre, tiene unos códigos propios que por muchas razones nada tienen que ver con los de otro negocio o empresa. Aplicarlos no asegura el éxito pero no tener ni pajolera de ninguno es garantía del mayor de los fracasos. Valga aquí el ejemplo de Lim, que esta temporada se los ha saltado todos a la ligera. El dueño de la mayoría accionarial, que encima tiene el handicap de mandar desde el otro confín del planeta, no ha puesto en valor lo que significa un entrenador, un vestuario, un capitán o un director general y deportivo. Tampoco, y eso es lo peor, a una afición sin la que el Valencia no sería la transatlántica institución que continúa siendo.

Más allá de la nefasta herencia del pasado, la que condujo a la venta y a un proceso de chirigota, los gestores en los que Lim ha confiado el volante después de cargarse a los que pilotaban están siendo incapaces de leer entre líneas y se equivocan de plano en desdeñar todas las señales de alarma. En un momento en el que, explicado por Tebas, los clubes sin mecenas van a tener que recurrir a ampliaciones de capital y préstamos para cubrir las pérdidas de la pandemia, hasta habría que congratularse por tener a uno con el músculo suficiente para soportar una temporada sin Champions (ojalá no sin Europa League tanto por el coeficiente UEFA como porque menos da una piedra). Sin embargo, en lugar de eso nos rasgamos las vestiduras con toda la razón porque se viene un verano que, mientras no se demuestre lo contrario, pinta curioso.

La casa por el tejado

Meses de cruzar los dedos, encima a sabiendas de que en clave deportiva hay una tendencia obsesiva por despilfarrar en medianías. Quedan muchos fichajes por hacer, sea el primero Leite o Badiashile, pero para no empezar la casa por el tejado antes se debería abordar el de un profesional que solucione el colapso de haberse quedado sin estructura deportiva y con una plantilla de jugadores que siendo mejor de lo que por desgracia parece tampoco es suficiente para lo que cuesta.

Habiéndolo visto durante varios años y en especial durante los últimos meses, no parece ni que Lim vaya a tragarse el orgullo ni que esté por vender cuando ni siquiera nadie asoma con el crédito suficiente para comprar. Así que habrá que conformarse, ya que desconoce los códigos y será que ni le interesan, con que pueda contratar a quien sí que se los sepa. Un fichaje que se encargue a su vez de fichar a un buen entrenador, de sanear el vestuario, de entenderse con el capitán, de contratar a un director general y deportivo, de respetar a la afición y, en general, de no saltárselo todo a la ligera.