Lejos de venirse abajo, Gary Neville está más convencido que nunca de que su trabajo, mezclado con el esfuerzo imprescindible de todos los futbolistas, está a punto de dar sus frutos. La correspondencia entre la teoría y la práctica no se ha producido hasta ahora, pero el túnel ofrece una luz dinámica al final.

En un contexto imposible, marcado por la tensión máxima, la presión, las dudas, la falta de victorias, los cambios de estructura, las variaciones en el once, las permutas en el plan y las eventualidades en forma de problemas físicos, Neville ha ido trazando durante el último mes y medio una línea argumental propia, consciente de la responsabilidad y el reto mayúsculo de levantar una plantilla colapsada a todos los niveles. No quiere excusas a estas alturas. El inglés asume toda la responsabilidad respecto al rendimiento y los resultados. Es consciente de que ha consumido 12 partidos, de que ha librado dos eliminatorias de Copa sin brillo y de que tiene unas semifinales a tiro ante un adversario con otras prioridades, también que lleva siete jornadas de La Liga sin triunfos. Si bien, entiende que todo lo que ha sembrado hasta ahora está cerca de dar fruto. La capacidad para no rendirse y pelear hasta el final, los empates conquistados cuando los partidos parecían perdidos, ante Rayo o Depor son un síntoma inequívoco de que hay muchos problemas por resolver todavía, pero más importante todavía, hay vida.

Valores renovados

El equipo está preparado para ofrecer sobre el terreno de juego el tono competitivo necesario para ganar partidos. La reacción va a llegar. Ese es el mensaje. Álvaro Negredo funciona como modelo en muchos sentidos. El delantero vallecano, marginado durante la dirección de Nuno, ha dado un paso al frente en todos los apartados. Ejerce como líder dentro y fuera del campo, habla y suma. Ahí quedan sus últimas actuaciones, el partido completo de Riazor o la genialidad que mantuvo en pie al Valencia CF ante el Rayo.

Con 30 años, con partidos al más alto nivel en Sevilla o el Manchester City, es una de esas referencias que el grupo necesita tener activas. Su charla sobre el césped antes de la segunda parte de Mestalla ante el Rayo o las palabras de ánimo que le dedicó a Fran Villalba en su estreno insisten en el valor de la apuesta de Gary Neville. Por eso cierra filas en torno a Álvaro o Javi Fuego, cuya madurez y posición en favor del grupo son muy apreciados. Neville es consciente de la gravedad del asunto desde su estreno.

Sí hay una idea de juego

El pasado 9 de diciembre, el entrenador inglés no daba crédito por lo sucedido en el choque de Liga de Campeones ante el Lyon. Fiel a su abecedario futbolístico, Gary mandó presionar la salida de balón del Lyon, había que agotar todas las posibilidades de clasificación, salir de la máxima competición europea con honor. Sin embargo, el golpe de realidad fue tremendo. La gasolina para morder no duró 20 minutos, los desajustes y la desorganización empezó a cundir conforme se fueron desfondando los futbolistas y los franceses -sin nada en juego- aprovecharon el escenario para golpear. Esa sensación se ha repetido en cada partido. Neville se organiza desde la presión adelantada, busca una salida limpia desde atrás -por eso puso a Parejo como pivote- y aprovechar al máximo las bandas. Sin embargo, le falta pulmón para mantener el alto nivel de pressing(situación que genera desorganización defensiva), el momento de forma de algunos futbolistas está por debajo de la media, la salida limpia desde atrás es inasumible? Dani Parejo empezó de vértice bajo de la medular y ahora juego en la parte alta, libre para actuar. El circuito trabajo, resultados, confianza nunca ha llegado a ponerse en marcha o se ha visto mermado a la hora de arrancar en el punto de engarce intermedio.

Una idea vuela por la cabeza de Neville desde entonces, la situación requería y requiere determinación, medidas rápidas y decisión a costa de lo que fuera. Por eso ha insistido a la propiedad en rearmar el modelo. La figura de un director deportivo -Jesús García Pitarch- era absolutamente necesaria. La herencia de Nuno, su poder absoluto, generó un absoluto desastre.

Exceso de tensión

Neville lleva un mes y medio inmerso en una lucha contra el reloj y el calendario para recuperar un equipo roto físicamente, superado por la situación, sin referentes para apoyar el crecimiento de los talentos jóvenes. El entrenador inglés ha hecho todo lo que estaba convencido que debía hacer, todo guarda una justificación lógica, pero los resultados no acompañan. Cuestión que no ayuda endurecer los cimientos. El cuerpo técnico entiende absolutamente la incertidumbre y la preocupación del aficionado. Sin embargo, pide tiempo para librar limitaciones: el Valencia CF está afrontando situaciones de mucha presión con jugadores -con enorme potencial- demasiado jóvenes para ofrecer su mejor versión.

El castigo de las lesiones

Hay dos hechos que están dilatando la recuperación del equipo de forma determinante. Por un lado los problemas físicos en forma de bajas. A Neville siempre le han faltado cuatro, cinco, tres jugadores. Gayà, en el lateral izquierdo. Enzo, para dar fuerza en la sala de máquinas. Feghouli, para romper en banda derecha.

André Gomes, diferencial en la zona donde se definen los partidos. Diego Alves, básico defendiendo el área propia. Medio equipo, todos importantes para Gary Neville, todos hechos para afrontar situaciones difíciles. En Riazor, la sala de máquinas quedó para Zahibo (filial) y Danilo (19 años). No había más. Neville mira a La Academia y confía al máximo en sus valores, pero hay que saber manejar los procesos y los momentos. La tensión es enemiga de la promoción.

Calidad en los entrenamientos

El calendario, afrontar partidos de máxima exigencia cada tres días tampoco ayuda. La sucesión limita las sesiones, sólo deja tiempo para la recuperación y restringe los entrenamientos tácticos. La entrega es total, pero no ha habido respiro para asentar una base táctica.

Defensa desde la base

El equipo necesita ya una reacción, sólida y consistente. Neville está poniendo todo el empeño sobre puntos claves sobre las circunstancias que se encontró. Primero, la preparación física. Un apartado esencial para sostener el estilo de juego que quiere implantar y para que el grupo encuentre respuestas en las piernas. Intensidad. Segundo, apoyar una nueva estructura deportiva para el club. Neville es consciente de que la mentalidad del entrenador debe trascender en todos los apartados del club, pero la figura de un director deportivo es esencial para apoyar, ayudar, ofrecer soluciones, apagar fuegos, estructurar plantillas y marcar una línea en materia de fichajes. García Pitarch ha llegado para trabajar mano a mano, pero con el tiempo muy justo.

Tercero, consolidar al equipo desde la defensa. Neville no renuncia a su primera idea de hacerse fuerte desde el pressing alto, pero pretende un giro práctico en busca de soluciones rápidas. El equipo necesita solidez y equilibrio, por eso ha invertido el triángulo del 4-1-4-1 al 4-2-3-1 con Parejo como enlace creativo.

Esa va a ser la apuesta, la cuestión es cómo se juntarán cuando Enzo, André, Danilo, Parejo, Zahibo o Javi Fuego estén operativos. El equilibrio empieza por recuperar una línea cuya acción es determinante para ganar en solidez en las dos áreas. El último apartado pasa por completar la regeneración del tejido competitivo dentro del vestuario. Por detectar, activar liderazgos y potenciar líderes. El primer paso se ha dado con el cambio de capitanes: Alcácer, Negredo, Fuego, Diego Alves, André y Mustafi son los pilares de Neville.

La opinión de la redacción SUPER: