Sólido, agresivo e incisivo. Gayà ha aprendido a competir en el sufrimiento y disfruta defendiendo. El de Pedreguer vive instalado desde hace algún tiempo en su mejor pico de forma y confianza desde que irrumpió como uno de los mejores laterales zurdos del panorama internacional a las órdenes de Nuno hace tres temporadas. Desde entonces su influencia y peso específico se han multiplicado en el Valencia CF y a sus 22 años ya tiene poso de veterano, una especie de madurez anticipada que se mide en comparecencias tan afinadas como las que ha dejado en los últimos siete días ante la Real Sociedad, el Athletic y el Betis.

Su mejor versión se conjuga en presente y no en pasado. Mestalla lo sabe y la afición se lo reconoció con aplausos ante el conjunto verdiblanco, donde el ´14´ volvió a demostrar que es un fiel reflejo de lo que Marcelino quiere que sea su equipo: competir hasta la extenuación. Concentrado al detalle en tareas defensivas, el de Pedreguer se resuelve como un jugador pegajoso y agotador para los rivales. En el minuto 22 recuperó un balón cortando un pase de Mandi y lanzó un contragolpe que desabotonó al Betis precisamente por el hueco del central que culminó Rodrigo tras un extraordinario serial de regates.

Su interpretación, en este sentido, fue claramente decisiva pero además de por su rendimiento Gayà está llamado a trascender por su actitud. El domingo volvió a dar muestras de por qué es uno de los capitanes. José es bravo y dentro del terreno de juego marca la raya siempre que es necesario con el árbitro y también con el rival. Un apartado en el que desde principio de temporada se ha echado en falta cierto punch en el equipo. Si el Atleti tiene a Gabi, el Barça a Piqué, Suárez o Busquets, el Athletic a Raúl García o Aduriz, en el Valencia ese papel ha estado huérfano. Solo Parejo, de algún modo, es quien ha venido calzando ese rol hasta la fecha dentro de su paso al frente.

Criado en Paterna desde pequeño, el ´14´ crece como líder y ya aprieta como uno de los capos. Se prodigó en ataque y recibió golpes de todos los colores. Ahí demostró que no se arruga y que es puro carácter. Barragán, desbordado por el de Pedreguer, lo llevó frito. Le soltó un codazo merecedor de expulsión y después le hizo una tijera con las dos piernas que debió ser penalti. Las dos acciones serían combustible de múltiples enfrentamienos en el césped.

Siempre con el escudo por delante

Eder Sarabia, asistente de Setién, le recriminó al descanso en el túnel de vestuarios que Barragán no le había tocado en la acción del codazo y le dijo que dejara de tirarse. Gayà, lejos de callarse, lo puso en su sitio respondiéndole que por qué hablaba sin haberlo visto y le invitó a ver la repetición porque cambiaría de opinión. Tampoco se calló con Barragán -pitado en Mestalla por su dureza-, que lejos de asumir que se había pasado de revoluciones le echó en cara constantemente que había fingido, incluso después del pitido final. Saltaron chispas, al punto que hubo comentarios en redes sociales especulaban con que podía haber un pique personal entre los dos.

Lo cierto es que al verdiblanco le une una buena relación -intercambiaron camisetas en el Villamarín en la ida- pero el partido es el partido y en ese contexto el de Pedreguer no tiene amigos, está dispuesto a todo y sale con el escudo del Valencia siempre por delante. Lo sabe Joaquín, al que admiró en los cinco años que estuvo en el club, y al que también se enfrentó verbalmente. Gayà es un peso pesado y eso se nota en la acción en la que el árbitro anuló el gol de Bartra por falta de Loren sobre Neto. Hasta cinco rivales fueron a protestar a Hernández Hernández. Se lo comían... También José. Al fútbol no solo se juega con los pies. Son las verdades de Gayà.