Rodrigo Moreno ha arrancado el año igual que lo acabó. Sin goles. El delantero ha perdido la definición que clasificó al Valencia para la Champions la temporada pasada. Le está costando Dios y ayuda encontrar portería. 2 goles en 18 jornadas de Liga es un bagaje muy pobre para un jugador de su nivel. No tiene acierto. No finaliza las jugadas que sí fabrica. Está a la vista de todos en los partidos. Lo que no es tan público es su compromiso, dedicación y esfuerzo diario en la ciudad deportiva por cambiar la situación. Si alguien está sufriendo su sequía goleadora es él y si alguien trabaja por revertir su racha negativa es él.

Gestos como los de ayer lo demuestran. El hispano-brasileño se encerró en la 'jaula' en solitario. Cuando todo el cuerpo técnico y los jugadores enfilaban el camino al vestuario después del entrenamiento, Rodrigo tomó otra dirección. Se metió con un balón en el campo cerrado de dimensiones reducidas de Paterna y se puso a trabajar solo con disparos y toques de precisión contra una de las paredes. El '19' hizo trabajo extra al final del entrenamiento en busca de los goles que tampoco están llegando en 2019. Los necesita. Cuenta con el apoyo de Marcelino García Toral y de sus compañeros y sabe que no existe mejor día que el partido contra el Real Valladolid para reencontrarse con el gol, salvar la cabeza del entrenador y ayudar al equipo. Para Rodrigo, como para todos, también es otra final.

Su segundo gol de la temporada en Ipurua a mediados de diciembre -el primero llegó contra el Atlético en agosto- no tuvo continuidad. No vio puerta contra el Huesca en el último partido del año y tampoco ha comenzado con buen pie 2019. Oportunidades no le han faltado. Contra el Alavés en Mendizorrotza tuvo un mano a mano en el 43' que pudo cambiar el rumbo del partido. Era el 1-2. Su disparo cruzado salió rozando el palo y tres minutos después marcaron los de Abelardo el gol del triunfo. Tampoco estuvo fino en la segunda parte de El Molinón. Buscó el gol con movilidad y diagonales, pero sin acierto tras un centro desde la izquierda y un cabezazo por encima del larguero.

El problema es que la falta de gol va más allá de Rodri. Tampoco Santi Mina y Kevin Gameiro -dio un paso adelante en Gijón a diferencia de un Michy Batshuayi- están finalizando jugadas. Jaume reconocía al final del partido sufrir por ellos. «Te merma la confianza, sabes del esfuerzo de los compañeros y es jodido ver cómo sufrimos». Marcelino necesita el gol. El equipo y Rodrigo, también.