INTRAHISTORIA
Jaume, Neto y Marcelino, la historia de un abrazo
El portero de Almenara jamás olvidará la firmeza en las decisiones del entrenador, pese a la presión de Neto antes de la final de Copa 2019
El pasado domingo volaron las especulaciones después de las imágenes con las que terminó el Athletic-Valencia, los abrazos de complicidad entre Marcelino, actual técnico del conjunto bilbaíno, y varios de los jugadores a los que dirigió en el club de Mestalla: Guedes, Gayà, GuedesGayàGabriel Paulista. Buena parte de las interpretaciones del cariño exhibido por los futbolistas para con el entrenador se traducían como muestras de apoyo todavía tras aquella traumática e inexplicable destitución que vivió el 11 de septiembre de 2019, apenas a los cuatro meses de haber alzado el título de campeón de Copa en la Sevilla verdiblanca. La realidad, no obstante, a veces resulta mucho más sencilla. Al acabar el partido de Bilbao en las carantoñas de los integrantes del equipo había, sobre todo, señales de agradecimiento a la persona que los había hecho mejores. Más competitivos.
En esos momentos posteriores a la batalla del nuevo San Mamés, un gesto sobresalió por encima del resto. Jaume había llegado al trote desde la portería para reencontrarse en la zona de banquillos efusivamente con Marcelino, quien se mantuvo agarrado y sonriente al de Almenara durante un largo instante. ¿Qué es lo que esconde el sentido abrazo entre el preparador asturiano y el portero? Justicia. Las decisiones de un entrenador justo, ni más ni menos, y una intrahistoria a la que se añade un tercer protagonista: el actual portero suplente del FC Barcelona, Neto Murara.
La Copa del Rey fue el punto competitivo en el que nació el conflicto. Después de la noche de éxtasis frente al Getafe de Bordalás, el torneo del KO ganaba atractivo de modo exponencial. Mientras la afición se ilusionaba con volver a la puja por tocar metal, la plantilla se juró luchar por ello con el mismo interés que por garantizarse una plaza en la edición 2020 de la Liga de Campeones. Un mes después, a finales de febrero, el Valencia se metió en la final copera del Benito Villamarín tras eliminar al Betis. Por entonces, la convivencia en la portería comenzó a tensarse peligrosamente. Neto exigió ser el titular en el encuentro decisivo frente al Barcelona de Leo Messi, fijado para el 25 de mayo. El meta brasileño lanzó un órdago que ponía en jaque los códigos internos del vestuario.
I. Hernández
Un límite que Marcelino no estaba dispuesto a rebasar. Tiempo atrás, ya había decidido que la Copa sería para Domènech. Con él se había llegado a la final y no iba a faltar a su palabra. No hubo marcha atrás. Marcelino se mantuvo inflexible en una decisión fiel a su idea de que con los futbolistas hay que ir siempre de cara, en las buenas o en las malas. Neto, por su parte, empujado por la presión de competir también por un espacio en la selección de su país, entendía que él podía defender la portería del Valencia en la final con mayor seguridad.
Jaume Domènech, sin embargo, fue el elegido por el técnico. No solo para la final contra el Barcelona, en la que realizó intervenciones de mérito con las que ayudó en la consecución de la Copa, sino también en los dos últimos partidos de Liga anteriores. Alavés y Valladolid. En teoría iban a ser para Neto, pero a Marcelino no le gustó su actitud y apostó fuerte. No hubo reconciliación posible y el club vendió a Neto al Barça en un trueque con Jasper Cillessen.
A Jaume, capitán del que quienes comparten vestuario con él destacan como suma siempre al lado de compañeros y cuerpo técnico, jamás olvidará la justicia que defendió Marcelino. Bien valía un abrazo.
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