La afición carga contra Lim y Anil desde Mestalla

Los 2.689 aficionados que compraron la entrada ovacionaron a los jugadores y señalaron a Meriton hasta en la celebración de los goles

La afición carga contra Lim y Anil desde Mestalla

La afición carga contra Lim y Anil desde Mestalla

JM LÓPEZ

Mestalla señaló a Meriton y nadie más. El valencianismo protestó contra la gestión de la propiedad y pidió la marcha de Peter Lim del Valencia CF a grito de «¡Peter, vete ya!, ¡Peter, vete ya!». Tal y como sucedió una semana en la manifestación por las calles de la ciudad, el valencianismo alzó la voz y expresó su rechazo al máximo accionista. La afición también se acordó del presidente y pidió su salida enérgicamente cuando salió al palco de autoridades con el clásico: «¡Anil, canalla, fuera de Mestalla!». La protesta en el interior del estadio estuvo acompañada por pancartas como la mítica frase del expresidente Arturo Tuzón: «El Valencia será lo que los valencianos quieran». «Nosaltres som el Valencia. Això mai canviarà», decía otra leyenda. Tampoco faltaron las catulinas o los folios caseros de «Lim go home».

El foco de la afición en los prolegómenos del partido estuvo en el palco, pero el valencianismo también tuvo tiempo para saborear su vuelta a Mestalla 442 días después. «Hem tornat», decía una pancarta. Era un día para disfrutar después de quince largos meses de pandemia. La gente se hacía ‘selfies’ con el campo de fondo respetando todo el protocolo de seguridad sanitario: distancia de 1.5 metros, mascarillas, etc. Mestalla volvía a rugir. «¡Que anime todo Mestalla, todo Mestalla!» Camisetas, bufandas, senyeras, etc. El campo volvía a tener vida y mucho calor. Las altas temperaturas tampoco ayudaron. La gente se abanicaba, bebía agua (lo único permitido) y se refugiaba como podía del sol.

Solo la mitad de las 5.000

Al final solo fueron 2.689 los aficionados que compraron su entrada. Lejos de los 5.000 que permitía el gobierno español. Otro motivo para la reflexión de Meriton. La temporada y la política de venta de localidades se notó para mal alimentando el distanciamiento entre la propiedad y la gente. Los pocos aficionados que entraron al campo, eso sí, disfrutaron del momento. Como Alejando Navarro (73 años cumplidos el sábado) acompañado por su bastón y su nieto. Hasta un aficionado con muletas se vio. El club quiso dar la bienvenida al público con un vídeo de homenaje que se proyectó minutos antes del partido en los videomarcadores.

Aplausos a los jugadores ¿Y el equipo?

Mestalla recibió a los jugadores con aplausos conscientes de que posiblemente sean los que menos culpa hayan tenido de la marcha del equipo esta temporada. El valencianismo les aplaudió y muchos fueron los que devolvieron ese cariño. También corearon los nombres de los futbolistas a medida que los nombraban en megafonía. Las mayores ovaciones fueron para Voro y el capitán José Luis Gayà. «¡Valencia, Valencia!». Mestalla tenía claro que su protesta iba dirigida a Meriton. El «Peter, vete ya!, ¡Peter, vete ya!» sonó más fuerte que nunca cuando saltaron los jugadores al césped y en el mismo instante que arrancó el partido. Fue la banda sonora durante los noventa minutos. Ni siquiera la celebración de los goles hizo olvidar al valencianismo. Demasiado sufrimiento. Con el gol de Guedes la grada se acordó de un Murthy que impertérrito se escondía tras la mascarilla y las gafas. Con los dos siguientes de Soler el centro de las protestas volvía a ser Lim. El estadio recuperó su sonido ambiente, pero todavía se escuchaban las voces de los jugadores y los aficionados. Como uno que gritó en apoyo de Hugo Guillamón. ¡Y cómo no! Las protestas al árbitro que retumbaban en las paredes de Mestalla. El fútbol volvía a ser fútbol aunque la megafonía recordaba la realidad: «Prohibido moverse salvo urgencias y necesidad de ir al baño».

Despedida a Gameiro y Mangala

Mestalla tuvo aplausos en la segunda parte para el doblete de Guedes y un guiño especial a modo de despedida para Gameiro y Mangala (acaban contrato). La grada ovacionó al equipo al final del partido. Los futbolistas devolvieron el cariño. La afición se marchaba feliz. No sin antes entonar por última vez el «¡Peter, vete ya!».